Rusia aprieta las clavijas al capital extranjero

Rusia ha aumentado aún más la parte que los bancos y empresas de países “hostiles” se ven obligados a vender sus filiales rusas, así como las tasas que deben pagar al fisco ruso. Es más que suficiente para forzar a que se larguen de Rusia.

En el país siguen presentes 1.674 empresas occidentales. El ministro de Finanzas, Anton Siluanov, confirmó el jueves que cualquier empresa occidental tendrá que reducir el valor de sus activos rusos en un 60 por cien (y ya no sólo a la mitad) en caso de venta.

Además, los bancos y empresas occidentales tendrán que aumentar su contribución al presupuesto del Estado del 15 al ​​35 por cien de ese valor. Se trata de más del triple de la tasa fijada inicialmente en abril del año pasado. Las tasas deberán pagarlas en tres fases: 25 por cien cuando se produzca la venta, luego 5 por cien a pagar en doce meses y lo mismo el año siguiente.

El objetivo es evitar que los capitales extranjeros deshagan los vínculos demasiado rápido y los expongan directamente a las sanciones occidentales… siempre que encuentren una alternativa con compradores no rusos que escapen a las sanciones.

La nueva norma expone directamente a los compradores potenciales a medidas de represalia por parte del Kremlin. El año pasado el fondo Mubadala de Abu Dabi, en conversaciones con UniCredit para hacerse cargo de su filial rusa, tiró la toalla finalmente por miedo a las sanciones occidentales.

A finales de septiembre, Rusia eliminó de la lista de empresas sujetas a su control en caso de cambio de accionista a la antigua filial rusa del HSBC absorbida por el ruso Expobank, así como a la filial bancaria de Yandex, el Google ruso. La empresa, especializada en búsquedas en línea, entregas y pagos móviles, cuya sede se trasladó a Países Bajos en 2007 para atraer inversores internacionales, logró vender sus actividades rusas a un consorcio de inversores del país por 4.800 millones de euros.

Otro ejemplo: el gigante Unilever anunció que había cerrado la venta de sus aproximadamente 600 millones de euros en activos rusos y bielorrusos a su socio ruso Arnest. Desde el inicio de la Guerra de Ucrania el holsding encabezado por el empresario Alexey Sagal ha comprado varias empresas occidentales, incluidas las operaciones rusas de la cervecera holandesa Heineken. También adquirió el negocio de envasado de bebidas de Ball por 530 millones de dólares a finales de 2022, así como el negocio ruso de la empresa sueca de cosméticos Oriflame.

En cuanto a los bancos, el último anuncio del Kremlin los coloca en una situación más difícil. Moscú quiere mantener canales de pago internacionales a través de instituciones europeas y así conservar un último cordón umbilical para el mantenimiento de las actividades de las empresas occidentales dentro del país.

Las empresas occidentales quieren pasar desapercibidas y para ello algunas reducen su tamaño, como el banco italiano UniCredit y el austriaco Raiffeisen, los dos más expuestos a Rusia.

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