El líder de Podemos, antes de entrar él en la casta, denuncia «la casta» de manera, esto sí, versallesca. Con modales, con exquisiteces, con glamour, con buenrrollismo, con compadreo, con jijijajás, con «anchantés», que estamos entre «gentlemen». Todo muy civilizado.
Realmente estamos ante un fenómeno cuando delante le ponen morlacos de la extrema derecha o del «tea party» (o a Floriano, tanto monta) en los canales privados de la televisión, uno de Lara y otro de Berlusconi. Y no sabemos si de G.Soros. Como se las ponían a Fernando VII las carambolas en el billar: «a güevo». O a Franco los atunes cuando pescaba en el yate «Azor»: con el anzuelo ya hincado en la boca del túnido. No sabemos qué ocurriría de situar enfrente de Iglesias a gente verdaderamente de izquierdas -que haberla, hayla-. Y no lo sabemos porque este montaje de «disidencia fabricada» no tiene previsto que eso ocurra, no está en el guión. Y no lo tiene previsto porque no quiere que otro gallo cante más que el kikirikí del penúltimo cacareador sin espolones que, como decía el filósofo (y músico) Theodor W. Adorno «OBEDECEN AL SISTEMA CON EL LENGUAJE DE LA REBELIÓN».
Este joven es el yerno ideal que toda suegra quisiera tener, a pesar de las «pintas». Educado, cortés, amable, voz cadenciosa, sin estridores y, sobre todo (lo que a la suegra le importa tres cojones si lleva un sueldo decente y mantiene a su hija), demócrata. Dirán de él -la caverna- que es de extrema izquierda, pero (riéndose por dentro y sabedor de que le hacen la campaña gratis con estos infundios) se «defenderá», aparentando estar muy ofendido, ahora sí lo exige el guión, diciendo que no, que lo que a él le define es ser un demócrata y como tal, «discutidor», porque a él lo que le priva, lo que le mola, lo que le pone, es discutir (pacíficamente y no como cuando en el siglo XIX español había diputados en Las Cortes que se retaban a duelo) las ideas «ad aeternum y ad nauseam «lo mismo en un set de televisión que en un reducido plató vallekano que en un chiringuito de Lavapiés tomando unas cañas con olivas amistosa y camaredilmente, que la vida es bella y son dos días, «carpe diem». Y es que la democracia es eso: discutir. Y discutir con quien sea -siempre respetando las ideas y sin gritar ni interrumpirse, versallescamente- menos… con los comunistas, digamos, de verdad, para entendernos, y no de boquilla ni de mentirijillas. Gentes del pleistoceno que no les conoce nadie ni salen en la tele salvo cuando son detenidos por «terroristas».
«Para mí será un honor tener un debate (como un show a la americana, esto es mío) con Esperanza Aguirre (la que siendo ministra de Cultura con Aznar dijo aquello que ni los geniales Faemino & Cansado superaría de que felicitaba el Premio Nobel de Literatura otorgado a la ‘escritora’, agárrense, Sara Mago. Esto también es mío»), dice el nuevo valladar de la burguesía para retrasar lo más posible lo inevitable: la Revolución socialista que echará a todos, incluido este «constructo mediático» al museo de la historia.
Ese día, el día de la Revolución, veremos a estos campeones de Podemos, no felicitarse por ello, por lo que supuestamente luchaban, no, no, los veremos atacar a los revolucionarios reivindicando las «libertades» (burguesas) y hablando de las bondades del pluralismo (discutidor, elegante y versallesco), las elecciones (entre un ladrón u otro), la libertad de expresión (entre mentirosos), etc. O sea, de la democracia (burguesa) que, como la religión católica, es la única verdadera. Acabáramos.
Genial
Muy bueno. Sos tremendo realista. Saludo