Lo hemos hecho siempre frente a las acciones represivas de este auténtico régimen de contrarrevolución preventiva que padecemos, muy lejano de la supuesta “democracia” garantista que quieren ver algunos y que, como ejemplifican detenciones como estas, brilla por su ausencia. Los tres compañeros han sido detenidos por dar una charla y reivindicar la resistencia popular; y han sido detenidos, cómo no, bajo la eterna acusación comodín de “apología del terrorismo”. Ya se sabe: la mejor máscara de la represión desde 1978.
Nos solidarizamos, pues, y nos ponemos a disposición de todas las movilizaciones por la libertad y la amnistía que se produzcan. No podía ser de otra manera. Nuestra organización también sabe lo que es sufrir en sus propias carnes los ataques del Estado. Y ya lo decía el último número de nuestra revista, de reciente aparición, en un artículo titulado “Libertades políticas, represión y solidaridad”: “La crisis nos obligará a movilizarnos para que no nos lo roben absolutamente todo, y esto provocará la reacción de una oligarquía que jamás en la historia entregó sus privilegios por las buenas. Así que ya vamos con retraso en la tarea de crear una cultura de solidaridad antirrepresiva. Hacerlo no es solamente generosidad y altruismo. Es también -lo entendió Niemoyer- lo que necesitamos para estar seguros de que seremos defendidos cuando vengan a por nosotros”.
En situaciones como esta es cuando más obligados estamos a ser solidarios. Efectivamente, Red Roja plantea que la línea de demarcación de la seriedad política de una organización no está en la defensa de causas dignas pero lejanas como las de Palestina o Colombia, aunque, por supuesto, eso también sea necesario. Será la solidaridad con los antifascistas de nuestro propio Estado (que es la que tiene un coste real y va más allá de la mera “frase”) la que distinguirá quiénes están y quiénes no están dispuestos a sumar fuerzas a la causa revolucionaria.
Así pues, emplazamos a todas las organizaciones no ya de izquierdas, sino simplemente antifascistas o mínimamente progresistas, a solidarizarse y sumarse a las campañas por la amnistía. Sí, en situaciones como esta es donde nos jugamos el verdadero crédito político y la credibilidad.
¡Liberación de los presos políticos antifascistas!
¡No pasarán!