En 1967 el seudocientífico Paul Ehrlich, de la Universidad de Stanford, anunció la extinción de la humanidad para antes de 1975 a causa de la contaminación, una tonteoría de la que se hizo eco el periódico Salt Lake Tribune el 17 de noviembre de 1967.
Ehrlich ha sido un profeta moderno que podría haber dirigido una secta mejor que una cátedra. En 1970 anunció en el New York Times “la muerte de los océanos en menos de una década”.
Por lo tanto, no hay de qué preocuparse: los océanos ya han fallecido, aunque nadie se haya dado cuenta de ello.
Dos años después repitió otra de sus ridículas profecías: “En 1989 todo el mundo desaparecerá en una nube de vapor azul”.
El hambre, en su versión malthusiana, es la otra cara de la moneda del apocalipsis. El 16 de abril de 1970 el Boston Globe anunciaba: “En 1974 América quedará sometida a racionamiento de agua y en 1980 al racionamiento de alimentos”.
Tras el malthusianismo, la histeria pasó a ser la contaminación del aire. En 1970 el seudocientífico James P. Lodge, del Centro de Investigación Atmosférica, profetizó que la polución llegaría al punto de impedir que los rayos del Sol alcanzasen la Tierra, causando una nueva edad de hielo para el primer tercio de este siglo, lo que acabaría con la humanidad.
Cuando las profecías mathusianas del hambre y la contaminación fallaron, empezaron a desatar la histeria del enfriamiento. El 6 de octubre de 1970 el Redlands Daily Facts titulaba: “Llega una nueva edad de hielo”. Al año siguiente repitió la misma tontería y el Washington Post se apuntó al apocalipsis: la edad de hielo llegaría en 2070.
En 1971 S. I. Rasool, de la Universidad de Columbia y de la NASA, profetizó un enfriamiento terrorífico de más de seis grados centígrados para 2020, o sea, para el año que viene. Vayan preparando Ustedes las bufandas.
En 1972 la Universidad de Brown envió un informe a la Casa Blanca para alertar de un colapso climático y socioeconómico inminente.
Al mismo tiempo, la revista Time alertaba de la llegada de una nueva edad de hielo, apoyándose en seudocientíficos como George J. Kukla.
En 1974 la NOAA pronosticaba que la nueva edad de hielo llegaría “pronto”. Pero el 29 de enero de ese mismo año el periódico The Guardian parecía ponerlo en duda: “¿Otra edad de hielo?” Era un pregunta retórica: naturalmente que un frío polar se está acercando a nuestros barrios.
El 18 de julio de 1976 el New York Times Book Review el 18 de julio de 1976 titulaba: “El enfriamiento” y dos años después el New York Times volvía a la carga: la tendencia al enfriamiento de los últimos 30 años no parece tener fin.
La moda de la capa de ozono
A mediados de los años setenta la histeria pasó al ozono. El profesor T. M. Donahue, de la Universidad de Michigan, compareció ante el Congreso de Estados Unidos para afirmar que no había remedio. No se podía hacer nada para prevenir la ampliación de dicha capa.
Como todo lo que procede de Estados Unidos, la tonteoría corrió como un reguero de pólvora por la prensa del mundo entero. El 24 de junio de 1974 la revista Time anunciaba que la desaparición de la capa de ozono era “un gran peligro para la vida”
El 12 de diciembre de 1974 el Kingsport News, un periódico de Tennessee lo repetía casi al pie de la letra: el agujero de ozono era un gran peligro para la vida.
Desde entonces hasta ahora las mediciones de la NASA demuestran que el agujero es un fenómeno atmosférico natural, que no ha aumentado de tamaño y que no hay ningún peligro.
Ahora el ozono ya no vende nada; los “ecologistas” no se acuerdan de nada de aquello.
En los años ochenta llegó la moda de la lluvia ácida, que “mata la vida en los lagos” según decía el 8 de abril de 1980 un periódico como Noblesville Ledger.
Los gobiernos de Estados Unidos y Canadá se comprometieron a estudiar la incidencia de dicho fenómeno en los bosques de sus países respectivos. Tras una década de estudios y una inversión pública de 540 millones de dólares, terminaron comprobando que el alcance del problema era mucho más limitado de lo que habían pronosticado. Pero para entonces los cientificos ya se habían metido el dinero en el bolsillo y habían publicado sesudos artículos “científicos” que engordaron su curriculum y su prestigio profesional.
1988: llega la era del calentamiento
En 1988 comienza la era moderna de las profecías. James Hansen, un seudocientífico de la NASA, pronostica una generalización de las sequías en Estados Unidos. Desde entonces, las precipitaciones han aumentado un 30 por ciento.
Tras el fracaso, Hansen dio un paso más, alertando de un súbito aumento de las temperaturas del suelo en Estados Unidos. Por ejemplo, Washington viviría 85 días al año con más de 32 grados centígrados, frente a los 35 días al año que arrojaba el promedio histórico.
Se volvió a equivocar: hoy se registran 25 días al año con esas temperaturas.
En 1988 Hussein Shibab profetizó que las islas Maldivas terminarían sumergidas por el agua en 2020. No ha ocurrido nada de eso, ni previsiones de que ocurra algo parecido.
Al año siguiente Noel Brown, del Programa Medioambiental de la ONU, vaticina que lo mismo podría ocurrir en Bangladesh o Egipto a comienzos de este siglo.
El 30 de junio de 1989 la agencia Associated Press lanzó sus malos augurios: “El aumento del nivel de los mares ‘aniquilará’ a las naciones en el año 2000”.
Por su parte Hansen se apuntó a la moda: parte de Nueva York estaría bajo el agua en 2010 ó 2020 (ó 2030, ó 2040, ó 2050… ¿quién sabe? Alguna vez ocurrirá).
Al Gore, vicepresidente de Estados Unidos, profetizó que la capa de hielo del Ártico se fundiría en 2018, una previsión que luego revisó para anunciar que tal evento se produciría en 2014…
20 de marzo de 2000: el periódico The Independent informaba de que la nieve desaparecería de nuestras vidas. La noticia no la había inventadado el periódico sino David Viner, un seudocientífico de la Universidad de East Anglia, el oráculo de la climatología moderna.
Pero la prensa anglosajona alterna una y otra vez las tonteorías modernas mezcladas con las antiguas: “Hambre dentro de 10 años”, titulaba The Guardian el 23 de deciembre de 2002. ¿Sintieron Ustedes hambre aquel fatífdico día o ya no se acuerdan?
“Gran Bretaña tendrá una clima siberiano en 2020”, decía el mismo periódico el 21 de febrero de 2004.
El Ártico quedará libre de hielo en 2014, pronosticó la revista USA Today, el 14 de diciembre de 2009
El Ártico quedará libre de hielo en 2015, pronosticó The Guardian el 24 de julio de 2013.
El Ártico quedará libre de hielo en 2018, pronosticó la agencia Associated Press el 24 de junio de 2008.
Un científico ecologista genuino como el Príncipe Carlos de Inglaterra también tiene derecho a desatar sus paranoias: “Sólo quedan 10 años para salvar al planeta”, dijo el 8 de julio de 2009. Como el plazo ha vencido, ya no queda ningún remedio. Estamos todos muertos pero no nos hemos dado cuenta de ello.
Pero poco después llegó otro reputado ecologista, el Primer Ministro británico Gordon Brown, y contradijo a su Príncipe: quedan exactamente 50 días para salvar al mundo de la catástrofe
¿Les gustan a Ustedes las profecías “científicas”?, ¿quieren más?