Los cuatro mercenarios, que circulaban en vehículos blindados, abrieron fuego con metralletas y lanzaron granadas en un cruce muy frecuentado de la capital irakí, provocando 31 víctimas civiles, entre muertos y heridos, incluidos mujeres y niños.
Los pistoleros dijeron haber sido blanco de disparos de insurgentes, afirmación que contradijeron los testigos y los fiscales.
El incidente suscitó un escándalo internacional y Blackwater se convirtió en el símbolo de las controvertidas empresas contratadas por el gobierno estadounidense para privatizar la guerra, acusadas de operar con plena impunidad.
Tres de los mercenarios, Dustin Heard, Evan Liberty y Paul Slough, fueron condenados en 2014 por homicidio voluntario por la utilización de una ametralladora, una circunstancia agravante que les valió 30 años de prisión.
El cuarto criminal a sueldo, Nicholas Slatten, acusado de ser el primero en disparar, fue reconocido culpable de asesinato y condenado a cadena perpetua.
El tribunal penal de Washington ha estimado sin embargo que estas penas eran inválidas, al estimar que el uso de la ametralladora no podía ser considerado como circunstancia agravante porque este arma formaba parte del equipo básico de los asesinos.
Los jueces anularon por tanto las sentencias de Heard, Liberty y Slough, y reenviaron el caso para que se fijen nuevas penas.
Con respecto a Nicholas Slatten, el tribunal penal consideró que tendría que haber sido juzgado en un proceso distinto al de sus compañeros, de forma que su condena fue anulada y tendrá que ser juzgado de nuevo.