La derrota parlamentaria del lunes le ha sentado muy mal a Macron, que ayer se soltó la lengua en una ronda de preguntas con los lectores del periódico Le Parisien (1). Confiesa que está decidido a “cabrear” a los no vacunados “hasta el final”, limitando para ellos, en la medida de lo posible, el acceso a las actividades de la vida social.
“Realmente quiero fastidiar a los no vacunados. Y vamos a seguir haciéndolo así, hasta el final. Esa es la estrategia”, dijo el Presidente de la República, mientras el proyecto de ley sobre el pasaporte de vacunación daba lugar a un tormentoso debate en la Asamblea.
A la pregunta de un lector del periódico señalando que los no vacunados “ocupan el 85 por cien de las [camas de] reanimación” en los hospitales, lo que lleva a posponer las operaciones, Macron respondió que esta observación “es el mejor argumento” para la estrategia del gobierno y que, “en democracia, el peor enemigo es la mentira y la estupidez”.
“Casi toda la gente, más del 90 por cien, se ha adherido” a la vacunación y “es una minoría muy pequeña la que es resistente”, añadió.
“¿Cómo reducimos esa minoría? Lo reducimos, siento decirlo, molestando aún más. No estoy a favor de molestar a los franceses. Me quejo todo el día de la administración cuando los bloquea. Pues bien, aquí, los no vacunados, tengo muchas ganas de cabrearlos”, continuó.
“No voy a meterlos en la cárcel, no voy a vacunarlos a la fuerza. Y por eso hay que decirles: a partir del 15 de enero ya no podrán ir al restaurante, ya no podrán tomar una caña, ya no podrán ir a tomar un café, ya no podrán ir al teatro, ya no podrán ir al cine”, dijo Macron.
De momento, el cabecilla de la cadena de supermercados Leclerc ya ha anunciado que prohibirán la entrada a los comercios de los no vacunados (2). Naturalmente, se ha encontrado con una campaña de boicot a la marca, y lo que es peor, los que tienen memoria comienzan a recordar que durante la Segunda Guerra Mundial el fundador de la cadena fue un colaboracionista del gobierno de Vichy que denunció a los miembros de la resistencia, uno de los cuales era un republicano español.
El Presidente francés no se resistió al manoseado tópico al que recurren los reformistas cuando la carencia de argumentos es ostensible: “Cuando mi libertad amenaza la de los demás, me vuelvo irresponsable. Un irresponsable deja de ser un ciudadano”. Los políticos de baja estofa, como Macron, se escudan siempre en una preocupación por “los demás” que es imposible de creer, sobre todo en una sociedad capitalista.
Así están las cosas por ahí arriba: un Presidente de la República anuncia que quiere cabrear a 5 millones de personas que ejercen un derecho personal. Lo que no sabe es que ya están bastante cabreados.
(1) https://www.leparisien.fr/politique/europe-vaccination-presidentielle-emmanuel-macron-se-livre-a-nos-lecteurs-04-01-2022-2KVQ3ESNSREABMTDWR25OMGWEA.php
(2) https://www.lexpress.fr/actualite/societe/le-passe-trouble-d-edouard-leclerc_886250.html
Que «solo» haya 5 millones de franceses sin vacunar no significa, ni mucho menos, que la mayoría restante esté de acuerdo con la perpetuación de los chutes de refuerzo.
«Guárdate, oh César, de los Idus de Marzo.» O más bien de los de abril, habría que decir en este caso.