El 31 de enero publicamos un artículo que ahora necesitamos recordar. Se titulaba:
El artículo hablaba de las manipulaciones de las agencias de calificación de deuda, en la que poníamos como ejemplo a una de ellas: Standard & Poor’s.
Aquella información hay que complementarla con la que se supo cuatro días después: que la agencia había sido condenada en Estados Unidos a pagar 1.370 millones de dólares al Ministerio de Justicia por falsificar la calificación de las hipotecas basura.
El problema de las estafas y las especulaciones del capital financiero es que siempre hay alguien más listo, que se aprovecha del bobo que confía en chiringuitos, como Standard & Poor’s, bancos, preferentes, bolsas, seguros, acciones y demás. Son los que se creen lo que del capitalismo dicen los capitalistas.
Ya lo avisó Engels cuando dijo que la bolsa es un sitio donde los capitalistas se roban unos a otros. Pero cuando roban mucho es posible que el Estado les de un tirón de orejas obligándoles a devolver una parte del botín, que es lo que acaba de ocurrir en Estdos Unidos.
Contra Standard & Poor’s no sólo ha intervenido el Ministerio de Justicia, sino también 19 Estados federados y un fondo de pensiones de California, Calpers, a quien la agencia tiene que devolver 125 millones de dólares.
¿Se acuerda de aquel refrán popular? «Quien roba a un ladrón…» No todos los robos son iguales. Hay robos y robos porque hay ladrones y ladrones, y si creen otra cosa lean: el pleito contra Standard & Poor’s se ha resuelto antes de ir a juicio a cambio (a cambio de dinero) de que los robados reconozcan que la agencia no violó ninguna ley.
A ver si me explico. Standard & Poor’s es inocente de las acusaciones que se le imputaban, o sea, que ha pagado para que declaren su inocencia, por lo que alguien quisquilloso seguirá preguntando: si es inocente y no ha violado la ley, ¿por qué paga?
Es la pescadilla que se muerde la cola: lo que ha pagado es su inocencia porque la difernecia dentre ser un estafador y un delincuiente o una persona amante de la ley es el dinero que sea capaz de poner encima de la mesa para acallar las conciencias.