Ningún país occidental se libra hoy de mantener un ejército decrépito y un armamento inservible que difícilmente sería capaz de sostener una guerra contra una potencia a la altura. No merece la pena gastar dinero ni en los uniformes de campaña.
Las noticias al respecto son repetitivas hasta el aburrimiento y ya no escandalizan. Por ejemplo, en Alemania los soldados de un regimiento de paracaidistas están siendo investigados por faltas graves, incluyendo apología del nazismo, violencia, comportamiento sexista y consumo de drogas.
El ejército ha reconocido acciones consideradas “incompatibles con sus normas y valores”. Como resultado, miembros de la unidad estacionada en Zweibrücken, en el suroeste de Alemania, cerca de la frontera con Francia, están siendo investigados y podrían ser despedidos en los próximos días.
En junio pasado empezaron a circular unos informes internos alarmantes que acabaron en manos de la policía y a los tribunales militares. Posteriormente, se supo que esos casos no eran aislados. Varias docenas de soldados están involucrados, aunque el grado de participación varía. Los medios de comunicación estiman que 55 soldados están actualmente bajo investigación.
De ellos 19 ya han acabado en expulsión del ejército y otros 16 casos han sido remitidos a la fiscalía civil para continuar las investigaciones. Además, se han impuesto sanciones disciplinarias internas dentro del ejército a algunos de los implicados.
Los hechos demuestran que las tropas alemanas son una joya: nazis, antisemitas y violentos. Algunos soldados también denuncian violaciones de su intimidad e integridad física.
El comandante de la unidad ha sido sustituido para evitar que este tipo de prácticas salgan a la vista pública.