Otaiba, embajador emiratí en Washington |
El proyecto pretende incluso privar a Qatar de organizar la Copa Mundial 2022 de fútbol.
El diseño está preparado por el Banco Havilland, un banco privado con sede en Luxemburgo y propiedad de la familia del financiero británico David Rowland. Los metadatos del documento indican que el creador del plan es Vladimir Bolelyy, un analista del Banco Havilland.
Rowland siempre ha tenido relaciones cercanas con los dirigentes de Emiratos Árabes Unidos, especialmente con el príncipe heredero de Abu Dhabi, Mohammed bin Zayed. Actualmente, su banco intenta crear una nueva institución financiera en cooperación con el fondo soberano de Emiratos Árabes Unidos, Mubadala. Ese proyecto es independiente de la operación de Qatar, pero refleja la estrecha relación entre el banco y Emiratos Árabes Unidos.
Quieren reducir el valor de los bonos de Qatar y aumentar el costo de asegurarlos, con el objetivo final de generar una crisis monetaria que drenaría las reservas de efectivo del país.
Atacar la economía de una nación mediante una manipulación financiera sería una ruptura dramática con las normas tradicionales de la diplomacia e incluso de la guerra.
No obstante, la presión actual sobre la moneda de Qatar como resultado del bloqueo continuo impuesto por Emiratos Árabes Unidos es un sabotaje mucho más efectivo que el plan diseñado por el documento. Por lo demás, su publicación significa que ya no existe la secrecía el secreto que requiere.
El nuevo proyecto llega en medio de una crisis regional que alcanzó nuevas alturas en junio, cuando Emiratos Árabes Unidos y Arabia saudí impusieron un bloqueo y la ruptura de relaciones diplomáticas con Qatar.
El secretario de Estado estadounidense Rex Tillerson criticó recientemente a los países bloqueadores por su intransigencia, pero el presidente Donald Trump adoptó un enfoque opuesto, apoyó a Arabia saudí y Emiratos a expensas de Qatar, que alberga una de las bases militares más grandes del Pentágono en el mundo.
Las divergencias entre ambos se deben al embajador Otaiba, quien había llegado hasta Trump a través de su yerno, Jared Kushner, que es consejero de la Casa Blanca y un hombre cercano a Otaiba.
Tanto Kushner como Trump tienen razones para tomar partido por Otaiba en la disputa. El presidente tiene un campo de golf con su marca Trump en Dubai y presumió en una conferencia de prensa antes de su toma de posesión sobre un acuerdo que le ofreció un multimillonario emiratí especulador de terrenos.
En 2010, Trump viajó a Qatar con su hija Ivanka en un intento de asegurar dos fuentes distintas de fondos de inversión, pero fracasó. Recientemente, Kushner solicitó un rescate de 500 millones de dólares a un dirigente qatarí como parte de un plan para una mala inversión en una torre de oficinas de Nueva York. La realeza de Qatar acordó ayudar a rescatar a Kushner dependiendo de su capacidad para recaudar el resto de los fondos que necesitaban de otras fuentes. El resto de los fondos, sin embargo, fracasaron, y la realeza de Qatar se retiró del acuerdo.
Cuando el acuerdo se vino abajo, Kushner ayudó a orquestar el bloqueo económico de Arabia saudí y Emiratos Árabes Unidos a Qatar, que Trump se atribuyó personalmente durante una cumbre en Riad. Recientemente, el antiguo asesor de la Casa Blanca, Steve Bannon, también admitió que fue Trump quien impulsó el bloqueo. “Incluso con la situación en el Pacífico, con el noroeste de Corea, creo que la situación más importante en el mundo hoy es lo que pasa en Qatar”, dijo Bannon.
Las tensiones regionales se intensificaron durante el fin de semana, cuando el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman, un aliado cercano de Emiratos Árabes Unidos, dio un golpe palaciego en Riad.