Después de los ataques a las Torres Gemelas de 2001, asegura el periódico, los talibanes crearon una red descentralizada de combatientes y comandos sobre el terreno, facultados para reclutar y encontrar recursos a nivel local, mientras que los dirigentes siguieron refugiados en Pakistán.
No ocurrió así. Entre finales de 2001 y 2007 no hubo talibanes. El movimiento se disolvió tras la invasión del país porque no podían ni soñar con que algún día pudieran hacer retroceder al ejército imperialista.
La situación cambió cuando sus dirigentes se reagruparon en refugios seguros proporcionados por el ejército pakistaní, en un momento en que los pakistaníes recibían cientos de millones de dólares en ayuda procedentes de Estados Unidos.
Desde esta base segura, los talibanes planearon una larga guerra de desgaste contra las tropas de Estados Unidos y la OTAN. En 2007 comenzaron con duros ataques locales que revivieron y perfeccionaron un antiguo plan que Estados Unidos había financiado contra los soviéticos en las mismas montañas y en el mismo terreno y que ahora se desplegaron contra el ejército estadounidense.
Incluso antes de que Estados Unidos invadiera Afganistán, los talibanes habían reconocido que no tenían capacidad para dirigir el país. Habían logrado estabilizar el país. Los señores de la guerra que habían luchado entre ellos después de la retirada soviética fueron expulsados y una cierta tranquilidad volvió a las calles. Pero no había desarrollo económico, ni un sistema de educación o salud, ni dinero para crearlos.
Cuando en 2001 Estados Unidos invadió el país, los talibanes se dispersaron. El 5 de diciembre el mullah Omar se escondió en algún lugar de Afganistán y su adjunto, el ministro de defensa, mullah Obaidullah, se convirtió en el nuevo dirigente. Al día siguiente se reunió en Shah Wali Kot, Kandahar, con Karzai y los partidarios del gobierno impuesto por Estados Unidos. Es lo que se conoce como el “Acuerdo Shah Wali Kot” (2).
El mullah Obaidullah y los talibanes fueron amnistiados. Se comprometieron a abandonar las armas y a incorporarse al gobierno de Karzai. El movimiento se había disuelto y, en una aparición en los medios de comunicación al día siguiente, Karzai anunció que los enemigos de Afganistán eran Al-Qaeda y Osama Bin Laden. La guerra había terminado.
Entonces la pregunta es: ¿por qué reapareció la guerra? El New York Times responsabiliza a la corrupción del gobierno de Karzai para tapar los crímenes del ejército de ocupación estadounidense.
Fueron las tropas estadounidenses las que se negaron a aplicar la amnistía, por lo que muchos talibanes siguieron encarcelados. Por lo demás, la ocupación militar fue una cadena de crímenes y atropellos, a cada cual más espantoso.
El ejército de Estados Unidos devolvió al poder a los señores de la guerra, que los talibanes habían erradicado. Cuando querían apoderarse de un territorio, los caciques les decían a las tropas que el dueño era un talibán.
La CIA comenzó a detener afganos al azar, torturándolos brutalmente, algunos hasta la muerte. Los mercenarios de las fuerzas especiales asaltaron casas privadas y bombardearon pueblos enteros.
La población se volvió contra las atrocidades del imperialismo y la corrupción del gobierno de Karzai.
Al mismo tiempo, el ejército pakistaní se volvió contra la presencia militar de Estados Unidos en su patio trasero. Puso a los talibanes retirados en contacto con los patrocinadores de la región del Golfo y organizó la logística para una nueva insurgencia. El movimiento talibán se volvió a formar con nuevos dirigentes y patrocinadores, pero manteniendo su antiguo nombre.
Las antiguas redes de mando tribales se reactivaron y las filas se llenaron de nuevos descontentos. A partir de entonces, era sólo cuestión de tiempo que las tropas se vieran obligadas a largarse.
(1) https://www.nytimes.com/2020/05/26/world/asia/taliban-afghanistan-war.html
(2) https://static1.squarespace.com/static/5bf5692f4611a019a7c69ea6/t/5c77f4fdeef1a10b17f2abda/1551365379168/Secret+Life+of+Mullah+Omar-FINAL3.pdf