¿Por qué China ha destituido al ‘camarada Robert Mugabe’ del poder en Zimbawe?

Emmerson Mnangagwa
Hace ya mucho tiempo que Mugabe, héroe de la lucha contra el colonialismo en África, no era más que un anciano al que todos querían arrojar el poder en su país, Zimbawe, pero nadie podía. Ahora parece que los militares de su propio partido lo han logrado, aunque detrás de ellos está China, cuya alargada sombra recorre el Continente Negro de un extremo al otro.

El Vicepresidente Emmerson Mnangagwa, un peón de China, ha tomado ahora las riendas del gobierno y han comenzado las detenciones de los colaboradores más cercanos de Robert y Grace Mugabe: el ministro de Finanzas Ignatius Chombo, el de Educación Jonathan Moyo, el de Administración Local Saviour Kasukuwere y otros altos funcionarios. Los portavoces del ejército han calificado de “criminales” a los detenidos.

Desde los tiempos más remotos de la guerra de liberación, China ha sido un colaborador cercano de Mugabe y del ZANU, frente a Joshua Nkomo y al ZAPU, sostenidos por la URSS.

En Zimbawe la lucha de liberación fue, al mismo tiempo, una guerra civil que reflejó las divergencias que en el plano ideológico e internacional mantuvieron la URSS y China.

Tras la victoria de Mugabe y el ZANU, durante 40 años China ha seguido manteniendo una relación privilegiada con el gobierno de Harare, de quien es el principal suministrador de material y adiestramiento militar, aunque no es el socio comercial más importante. En tres años las exportaciones de capital chino a Zimbawe alcanzarán los 4.000 millones de dólares en inversiones, préstamos y ayuda exterior.

Tras destituir a Mugabe, el general Constantin Chiwenga viajó a Pekín, donde el Ministerio chino de Asuntos Exteriores dijo algo extraordinariamente sorprendente, tratándose de un asunto que allá se califica como “interno” para lavarse las manos: “China ha aceptado sacrificar al camarada Mugabe en pro de una sucesión ordenada”.

Mugabe era un nacionalista recalcitrante. En los últimos años se había empeñado en modificar las leyes del país en materia de propiedad, heredadas del colonialismo, a fin de que las empresas estratégicas más imoprtantes fueran mayoritariamente de capital autóctono y, aunque no le quedó más remedio que hacer una excepción con China, a Mugabe nunca le gustó la excesiva dependencia hacia nadie, ni siquiera hacia Pekín.

La nacionalización de las minas de diamantes llenó de dudas al gobierno de Pekin porque obligaba a las empresas mineras chinas a operar bajo la supervisión de una consorcio zimabwés.

Es la primera vez que China interviene de una manera manifiesta para derrocar a ningún gobernante, lo cual muestra que el gigante asiático se posiciona con fuerza en el Continente Negro.

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