Por fin el ‘sueño rojo’ llega al interior de los teléfonos móviles

Sara Borondo

La expresión “la información es poder” se atribuye a Francis Bacon, pero en el siglo XXI está más vigente todavía que en el s. XVI en que vivió el filósofo inglés. El interés en controlar la información está en el origen del veto que la administración Trump ha establecido al fabricante chino de telecomunicaciones Huawei. El presidente estadounidense llevaba ya un tiempo acusando a Huawei de espiar mediante sus terminales para el gobierno chino, pero no ha presentado ninguna prueba fehaciente de que esto sea así. Siguiendo esa pista, países como Reino Unido y Holanda han abierto investigaciones para comprobar las acusaciones.

Basándose en esa idea, el 15 de mayo Trump estableció primero el veto al uso de equipos de telecomunicaciones Huawei en su país y, después, la prohibición de las empresas estadounidenses de tener tratos comerciales con la empresa china, lo que tiene consecuencias tanto en los teléfonos Huawei como en el desarrollo del 5G, y es esta última tecnología la que sí puede que se encuentre detrás del origen del veto de Trump.

El 5G marcará el despegue del Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés) y la inteligencia artificial, con conexiones más rápidas, una latencia más baja y capacidad de gestionar un gran número de dispositivos conectados con una mejor gestión de los recursos de la red. Huawei es líder mundial en construcción de redes 5G, con más de 2.500 patentes para esta tecnología y contratos con 40 operadores (entre los que están Telefónica, Vodafone y Orange) y en EE.UU. han surgido voces que sostenían que si China controlaba la infraestructura tendría el control de los datos estadounidenses y podría usarla para espiar. No hay que olvidar que hace un año Trump estableció un veto similar contra la también china ZTE, que también está entre las principales empresas que desarrollan la red 5G, aunque este conflicto se acabó solventando tras pagar ZTE una abultada sanción.

En el mercado de móviles, Samsung fue líder en 2018, pero mientras casi todas las grandes fabricantes descendieron en ventas, Huawey creció un 44%, con unas ventas de 206 millones de smartphones, superando a Apple y acercándose a Samsung, según los datos de IDC.

Si se mantiene, el veto de Trump a Huawei afectará a todo el mercado de las telecomunicaciones. Quienes ya tengan un móvil Huawei podrán seguir usando el terminal y sus aplicaciones, pero no podrá actualizar el sistema, tampoco podrán contar con los servicios de Google ni con los chips ni semiconductores fabricados en Estados Unidos.

En lo que respecta a las actualizaciones de Android, los usuarios no notarán nada al principio, pero cuando pase un tiempo habrá aplicaciones que no serán compatibles con el sistema operativo y el terminal se quedará obsoleto, aparte del hecho de que cada actualización trae consigo medidas que potencian la seguridad del sistema operativo. Huawei ha garantizado a sus usuarios que tendrán acceso a las actualizaciones de seguridad del sistema, pero no ha dicho cómo. Mayor problema será el hecho de que los terminales que se vendan a partir del 19 de agosto no podrán llevar instalado Android.

Huawei ha respondido presentando una demanda ante los tribunales estadounidenses para que consideren inconstitucional el veto y afirmando que se estaba preparando hace tiempo para este ataque con lo que calificó como “Plan B” para asegurar la continuidad de su negocio. Esta alternativa parece pasar por el desarrollo de un sistema operativo propio que reemplace a Android y una alternativa a la omnipresencia en los dispositivos móviles de Google.

Android es un sistema operativo abierto, lo que quiere decir que cualquiera puede crear una versión propia, y en esto podría haber estado trabajando Huawei, en un sistema operativo que era conocido como “Sueño rojo” (Hong Meng), aunque el nombre que la empresa ha presentado ante la oficina de propiedad intelectual de la Unión Europea ha sido “Ark OS”. En concreto, Huawei registró el 24 de mayo los nombres Ark OS, Huawei Ark y Ark OS.

Se espera que este nuevo sistem operativo esté disponible en otoño o, a más tardar, primavera de 2020, según ha afirmado Richard Yu, director de la división de consumo de Huawei, y que podría ser compatible con todas las aplicaciones Android. Ark OS tal vez no sea el nombre comercial definitivo, y es muy posible que finalmente haya dos versiones del sistema operativo: Hong Meng para los dispositivos que se vendan en China y Ark para los del resto del mundo.

Según la web Huawei Central, el nuevo sistema operativo se basará en Linux y será compatible con todos los dispositivos de la empresa (teléfonos, tablets, ordenadores y wearables) y aplicaciones web.

El pasado abril Honor -marca perteneciente a Huawei- anunció un compilador Ark, que sustituye al de Android, durante la presentación en China de la serie P30 de sus. El presidente de Honor, Zhao Ming, afirmó entonces que este compilador aumenta la eficiencia en la ejecución de aplicaciones en Android un 29%, la del sistema un 24% y las de las aplicaciones de terceros hasta en un 60%. Según Huawei, este nuevo compilador Ark consigue que Android iguale o incluso supere al rendimiento y la fluidez de iOS, el sistema operativo de Apple.

Desvincularse de Android no es tan sencillo como cambiar el sistema operativo, como reconoció el CEO de Huawei y fundador de la empresa, Ren Zhengfei, “lo difícil no es crear un nuevo sistema operativo, como construir un ecosistema a su alrededor”. Es una labor titánica porque conlleva contar con una tienda de aplicaciones con un contenido atractivo para usuarios y desarrolladores. De hecho, Huawei tiene ya AppGallery, una plataforma propia para distribuir aplicaciones oficiales de Android en los dispositivos Huawei y Honor. La empresa afirma que incluye una detección de cuatro capas contra amenazas para detectar comportamientos maliciosos; comprobaciones de seguridad y escaneo de vulnerabilidades de seguridad. Lo que tendría que conseguir Huawei es convencer a los desarrolladores a que adapten sus apps a esa plataforma basada en la parte de código libre de Android. Claro está, no estarían las aplicaciones propiedad de empresas estadounidenses como Google o Facebook.

Las buenas noticias son que parece que la tensión de los primeros días tras el anuncio del veto se ha relajado; la asociación SD (que reúne a los fabricantes de tarjetas de memoria SD y micro SD) y la Wi-Fi Alliance (organización que promueve la tecnología Wi-Fi y certifica los productos que la utilizan) habían dejado de colaborar con Huawei, pero a finales de mayo volvieron a admitir a la empresa china entre sus colaboradores, probablemente hasta ver qué sucede antes de que el veto se haga efectivo, en agosto. Google, que también había eliminado al Huawei Mate 20 Pro de la lista de teléfonos que forman parte del programa beta de la nueva versión de Android, Q, ha vuelto ha incluir el modelo en la lista.

Que Huawei siga o no a delante con su intención de usar un sistema operativo propio depende de cómo evolucionen las relaciones con EE.UU., según afirmó Zhengfei; si Trump levanta el veto, la empresa china no lanzaría Ark. En los tres meses que hay desde que Trump marcó el veto hasta que este entre en vigor se puede solucionar la guerra comercial entre los dos países. El siguiente capítulo se escribe a finales de junio cuando se reunirán en Osaka (Japón) el presidente estadounidense y el chino, Xi Jinping. Trump ha afirmado que, si llegan a un acuerdo los dos gobiernos, Huawei podría estar incluido en él.

https://www.elcorreo.com/tecnologia/moviles/sistema-operativo-huawei-20190603102604-nt.html

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