Según el diccionario de María Moliner, “sayón era, en la Edad Media, el empleado de justicia encargado de hacer las citaciones, también el verdugo que ejecutaba las penas corporales a que eran condenados los reos; se aplica a la persona que a las órdenes de alguien maltrata a otros”.
Desde el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Autónoma de México, Sandy Ramírez analiza en profundidad la situación de la economía mundial y realiza algunas observaciones acerca de los movimientos acelerados para “salvar el capitalismo”: “Las señales de la recesión ya se asomaban antes de la pandemia, a partir del crecimiento de la capacidad productiva utilizada. Así, las medidas impuestas por la contingencia sanitaria, lejos de ser el origen de la crisis, pueden estar empujando aceleradamente a una reestructuración de la economía mundial que no “suspenda” al capitalismo, sino que lo refuerce a partir de una nueva ola de centralización y concentración del capital basada en la capacidad de aprovechar los cambios derivados de la pandemia” (Sandy E. Ramírez Gutiérrez. Observatorio Latinoamericano de Geopolítica (OLAG) en el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM.)
William I. Robinson, profesor de sociología en la Universidad de California en Santa Bárbara, en un reciente artículo realiza unos bien documentados análisis en los cuales dice: “Estimulado por la pandemia del coronavirus, el capitalismo mundial está al borde de una nueva ronda de reestructuración mundial basada en una digitalización mucho mayor de toda la economía y la sociedad mundiales. Esta reestructuración comenzó a raíz de la Gran Recesión de 2008, pero los cambios en las condiciones sociales y económicas provocados por la pandemia acelerarán enormemente el proceso. Es probable que aumente la concentración de capital en todo el mundo y que se agrave la desigualdad social. Gracias a las aplicaciones digitales, los grupos gobernantes, a menos que se vean obligados a cambiar de rumbo por la presión de las masas desde abajo, se dedicarán a reforzar el estado policial mundial para contener los próximos trastornos sociales” (Post-Covid economy may have more robots, fewer jobs and intensified surveillance. 30 jun 2020)
Por primera vez hemos podido contemplar, en multitud de países, un despliegue inusitado de militares por las calles en “tiempo de paz” con la excusa de luchar contra un virus. Ni es casualidad, ni los virus se matan con ametralladoras. Se trata de una puesta en escena de una futura “normalidad” en la cual militares y paramilitares se convertirán en los garantes de la salud pública, entendida ésta, a tenor de este despliegue, como la disposición de la población al acatamiento de cualquier medida por irracional que sea. Son los modernos sayones que realizan las “citaciones” emanadas de cualquier autoridad política, judicial o sanitaria. Queda por ver si estos modernos sayones serán también los encargados de dar cumplimiento al castigo impuesto.
Una pléyade de “rastreadores” y técnicos informáticos en número no determinado, policía nacional (65.000), guardia civil (78.000), policías locales (81.000), autonómicas (27.000), guardia forestal con funciones de policía judicial (6.000), a su lado 1.400 empresas privadas de seguridad con unos 89.500 vigilantes, de los cuales 35.000 con permiso de armas de fuego, más 30.500 escoltas, 10.000 directores y jefes de seguridad, todo ello con un total aproximado de 386.000 efectivos, sin contar los miembros del ejército que a propósito de la pandemia han ejercido y ejercen funciones policiales.
Estos efectivos, paralelos a los discursos sobre la necesidad de ampliar las plantillas de agentes de seguridad, no son algo coyuntural derivado de la pandemia, son efectivos estructurales in crescendo y estrechamente ligados a la nueva reestructuración del capital. Reestructuración derivada de la llamada cuarta revolución industrial que, de forma similar a los cambios de patrón tecnológico de finales del siglo XIX y principios del XX, asoló a una gran parte del planeta con una secuela de miseria y muerte, a la par que intentos revolucionarios de entre los cuales solamente uno se llevó a cabo. En sus conclusiones el Informe ESPA de la Unión Europea plantea: “El mundo se está volviendo más complejo y más inseguro… factores que podrían crear un clima de inseguridad y conflicto que recuerda a los momentos cruciales de principios del siglo XX… Cambiará radicalmente las categorías económicas tradicionales y los conceptos de trabajo, formación y jubilación… En casi todos los Estados miembros ya están en marcha medidas compensatorias o correctoras, como el retraso de la edad de jubilación legal, la reducción de las prestaciones, la introducción de cotizaciones adicionales o la prohibición del solapamiento de prestaciones”.
Algunas de las conclusiones que plantea dicho informe son las siguientes: “La atención debería centrarse en la mejora de la educación primaria y secundaria, una atención sanitaria inclusiva pero asequible, mercados laborales menos rígidos y menos barreras a la iniciativa y la competencia… un mercado de trabajo abierto y una participación más prolongada de más ciudadanos en la fuerza de trabajo, así como prácticas de jubilación consideradas a la luz del aumento de la esperanza de vida”.
Todo lo que estamos viviendo tiene un extraordinario parecido a un guión pre-elaborado, como mínimo la Unión Europea, ya en 2016 en el citado informe de ESPAS predecía lo que iba a ocurrir en los próximos años, entre otras cosas “una gran pandemia”. Parece ser que disponían de una bola de cristal o como mínimo los elementos suficientes para incorporar este fenómeno en las previsiones a corto plazo, lo cual, como mínimo pone en tela de juicio la aparición de la dichosa pandemia, tal como se había anunciado.
“… Es probable que en las próximas décadas se produzcan mayores turbulencias e incluso un cambio radical. En este clima de incertidumbre, volatilidad y riesgo sistémico, el margen para elementos negativos de cambio es considerable. Entre las posibilidades se incluyen una enorme crisis monetaria y financiera, una gran pandemia, una crisis energética a gran escala o un conflicto en la región de Asia y el Pacífico… El sentimiento antisistema puede seguir creciendo,… En general, no obstante, la diferencia entre las expectativas de los ciudadanos y las respuestas que ofrece el sistema político mundial reforzará el descontento social y creará frustración en todo el mundo. A nivel local, esta divergencia puede generar una dinámica revolucionaria en casos extremos” (ESPAS 2016. European Strategy and Policy Analysis System. Tendencias mundiales hasta 2030.)
Según el Real Instituto Elcano, el Parlamento Europeo, en Noviembre de 2017, aprobó un Informe sobre Empresas Militares y de Seguridad Privadas (EMSP) -Private Security Companies o Private Military Companies-, que según los datos de la patronal europea de 2017 tiene una dimensión de 45.000 empresas y unos 2 millones de trabajadores. “El Parlamento asume que la colaboración entre el sector público y el privado va a ir a más por lo que es necesario integrar a todos los sectores en la elaboración del propuesto Libro Verde, abriendo la participación al sector privado en una materia que hasta ahora estaba reservada al monopolio estatal” (http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/defensa+y+seguridad/ari96-2017-satue-empresas-militares-seguridad-privadas-ue)
Continuando con los informes del Real Instituto Elcano, en abril de este año, en un informe titulado “La gestión de pandemias como el Covid-19 en España: ¿enfoque de salud o de seguridad?” plantea: “Hasta hace pocas décadas, los sistemas sanitarios se bastaban para proteger la salud de las sociedades avanzadas frente a las epidemias. La llegada de las pandemias plantea un problema nuevo tanto de salud como de seguridad porque sus efectos disruptivos trascienden el ámbito de la salud y perturban el bienestar y la prosperidad nacional… dos líneas principales de transformación seguidas por algunos países: añadir a los sistemas sanitarios de gestión un componente robusto de gestión epidémica (medicalización) o integrar el sistema sanitario dentro de los sistemas de seguridad nacional (segurización)” (http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/zonas_es/defensa+y+seguridad/ari42-2020-arteaga-gestion-de-pandemias-covid-19-en-espana-enfoque-de-salud-o-de-seguridad)
Y, en Elcano Policy Paper de 4 de Junio de 2020 bajo el título “Implicaciones del COVID-19 para la Defensa” plantea: “La propia crisis sanitaria podríamos contemplarla como una gran operación logístico-sanitaria, con unos procedimientos de actuación técnicos muy similares a los que se emplean en conflictos convencionales”.
El Instituto Español de Estudios Estratégicos, dependiente del ministerio de Defensa, en un extenso informe de 2013, que tiene por título LA PRIVATIZACIÓN DE LA SEGURIDAD, entre muchas cosas planteaba: “Los rasgos de la soberanía estatal se han difuminado. «Lo privado» está desempeñando un papel cada vez más importante, influyendo de forma decisiva en las políticas pública… Al igual que sucede con otros actores no estatales, no necesariamente de carácter armado, las EMSP (Empresas Militares y de Seguridad Privada), se desenvuelven en un entorno en el que la iniciativa privada se ve favorecida por la búsqueda de la eficiencia económica… La seguridad ha dejado de constituir un valor para convertirse en una actividad comercial más” (http://www.ieee.es/Galerias/fichero/OtrasPublicaciones/Nacional/La_Privatizacion_de_la_Seguridad_T152-090212_MarioLaborie.pdf).
Según EULEN, una de las mayores empresas de seguridad privadas, en unas declaraciones a Forbes plantea: “En el sector de la seguridad privada, como en el resto de sectores, la tecnología es el motor del cambio. Ya estamos viendo que el big data, el blockchain (estructura de datos a través de una cadena de bloques), la inteligencia artificial, los robots o los drones empiezan a formar parte de los servicios que prestan las empresas de seguridad. El universo de las operaciones de vigilancia a las que se dedica el sector es amplio: edificios e instalaciones públicos, infraestructuras de transportes, industria y energía, entidades financieras, comercios, centros educativos y de salud, y servicios y residencial son los más frecuentes y demandados” (https://forbes.es/empresas/50348/la-seguridad-privada-cada-vez-mas-presente/).
El Grupo de Estudios en Seguridad Internacional de la Universidad de Granada, el 23 de Octubre de 2019 emitió un informe denominado “El recurso a la contratación de Empresas Militares y de Seguridad Privada. Realidad, presente y necesidad futura: Estudio prospectivo objetivo 2030”, del que se puede extraer algunas de las actuaciones y declaraciones realizadas al inicio del estado de alarma y de reclusión forzosa de la población en arresto domiciliario, cuando los mandos militares proclamaban que “todos somos soldados”.
“Estos escenarios que estamos vislumbrando parecen encaminarnos a una realidad en la que las Fuerzas Armadas van a disminuir en tamaño, se van a ver limitadas en ciertas capacidades orgánicas y van a tener dependencias operativas muy importantes de la industria y las EMSP, que pasarán a jugar un papel cada vez más relevante. Esta, llamémosle Desmilitarización de la Defensa, no tiene que ser per se, limitativa, negativa ni problemática. Muy por el contrario, es una oportunidad real de incluir a grandes sectores de la sociedad como elemento activo y generador del concepto de la Seguridad y Defensa de la Nación. Con este modelo, ser militar no es el único camino para participar en la misma, disponiéndose ahora de herramientas que permiten una mayor cercanía, una implicación de la industria, de empresas, de trabajadores que ven como propia esta misión” (http://www.seguridadinternacional.es).
Siguiendo en esta línea diseñada ya con anterioridad a la pandemia, en los Cuadernos de Seguridad podemos leer: “El Gobierno de España de manera correcta, conceptuó a las empresas y personal de seguridad privada, como servicios esenciales durante el Estado de Alarma. Los servicios de Seguridad Privada sin duda alguna han contribuido y siguen contribuyendo a dar cumplimiento a las obligaciones impuestas por el Estado durante esta alerta sanitaria y al mantenimiento de la seguridad pública en nuestro país… Fundamentalmente, los nuevos cometidos de las empresas de seguridad privada se centrarán en asegurar la salud de las personas en lugares públicos y privados, como controlar aforos, observar si se lleva la mascarilla o tomar la temperatura” (https://cuadernosdeseguridad.com/2020/05/pandemia-seguridad-privada-aecra/).
No es de extrañar pues que el Gobierno español contratara a la empresa Quirón Prevención para el seguimiento de la pandemia o el Gobierno catalán contratara a Ferroser Servicios auxiliares para realizar las mismas tareas. Todo ello en sintonía con los elementos expuestos anteriormente.
¿Dejamos de ser proletarios sanos, para convertirnos en soldados enfermos y, como a tales no es permitido dudar de las órdenes recibidas y como a tales estar sujetos a la obediencia debida?
¿Podemos, en consecuencia, empezar a hablar de sayones en vez de proletarios?
Hermano, ciertamente los sistemas de sanidad y jubilación, tanto estatales como privados, están quebrados. Los estados burgueses occidentales van a salir muy tocados de esta crisis de superproducción, pero el estado español se va a llevar la palma, pues la destrucción del sector turístico le toca de lleno.
El poder del estado burgués español decrece con el decrecimiento del poder económico de la clase que lo respalda. Desde luego la mejor solución para el estado burgués español sería incrementar la fuerza policial, pero a falta de medios, lo más lógico es implicar a funcionarios de otras instituciones del estado burgués en funciones represivas auxiliares. Ya hemos visto a bomberos realizando incautaciones y a personal del de transporte publico vigilando que las personas lleven la cara tapada. Si están teniendo éxito las medidas aberrantes es porque todavía la población no ha dicho basta. Veo muy complicado montar una milicia de voluntarios, pues si ya es difícil convencer a la gente para que se exponga a que le partan la cara por ti, más lo es si es gratis. Por otro lado, los obreros asalariados acomodados no es que estén muy habituados a correr riesgos, pero tampoco son una clase contrarevolucionaria.
Otra opción que tiene el estado burgués es armar una milicia por conscripcion. No obstante, las directrices de la CIA y la OTAN establecen todo lo contrario, suprimir las milicias y basarse en ejercito profesional y fuerzas policiales reducidas pero fiables, y está claro que como mero satélite de EEUU este estado no va a tomar una decisión de tal calado sin el visto bueno de EEUU. Cuando la gente votó PSOE, realmente estaba votando a la OTAN, CIA Y FMI, pero no lo sabían.