No es lo mismo, por supuesto, gritar un estentóreo ¡Patria o muerte! en Cuba que un ¡Todo por la Patria! como reza en los frontispicios de los cuarteles de la Benemérita. En un caso estamos, sobra decirlo, ante un epinicio de carácter más nacionalista democrático revolucionario que comunista sinso stricto, y en el otro lado lo contrario: una leyenda de contenido fascista ergo: contrarrevolucionario.
El himno francés «La Marsellesa» alude a la patria: «allons enfant de la Patrie, le jour de gloire est arrivé» con marcado significado nacionalista, patriótico, como el italiano celebra una hazaña bélica o una ópera nacionalista de Verdi y, en general, los himnos y marchas del XIX, siglo de las nacionalidades. La pregunta, haciendo una digresión, sería interrogarse por cómo es posible que «La Marsellesa» todavía provoque emoción en una Francia reaccionaria, como la contemplación de las ruinas griegas subliman los espíritus, rozando lo intemporal, como se preguntaba Marx. Oyes el himno español -sin letra- en un partido internacional de fútbol, y hay quien se inflama, o finge hacerlo, y hay a quienes, muchísimos catalanes y vascos, simplemente les deja indiferentes. O se la suda.
Cuando Pablo Iglesias se reclama como «patriota» -lo ha vuelto a hacer anteayer mismo reclamando «patriotismo» a las rentas millonarias-, no trata de «arrebatar» esa bandera a quien hoy la tiene en propiedad exclusiva: el Ejército, a quien no discute ni cuestiona su monopolio -ni a las FSE, a quien ha «descubierto» su valor y heroísmo, como Barrionuevo «descubrió» a la Guardia Civil en 1982 siendo ministro del Interior- o el valor y heroísmo de soldados españoles en misiones de la OTAN en el exterior. Lo que está transmitiendo es que él, ciudadano español, demócrata, se muestra tan orgulloso de su patria tanto como pueda estarlo un teniente general y, por descontado, está dispuesto a luchar por su patria JUNTO a ese militar frente a un eventual enemigo.
Esa es la patria de Iglesias, la misma que el Ejército español (la oligarquía se olvidaría de la «patria» en cuanto viera peligrar sus intereses económicos). Y no, por supuesto, la Patria revolucionaria de Fidel Castro, Ho Chi Minh o un militante vasco. Por esta se está dispuesto a dar la vida, y mire usted… También José Díaz, Secretario General del PCE en la guerra civil, apelaba a la Patria y su defensa frente al fasismo. Y Azaña. Ni siquiera la patria de la actual burguesía catalana independentista contra la que él, igual que el Ejército, se opone, bien que valiéndose de logomaquias y sofistiquerías que engolosinan a su público. Pero eso no cambia el chovinismo del Estado español opresor de las naciones oprimidas por ese Estado jingoísta, por esa cárcel de pueblos, por ese Estado fallido y mal cosido y peor remendado.
P.S. Sobre el tan manido y manoseado «los obreros no tienen patria», además de escabullir el contexto en que lo dice Marx, y ser utilizado como ataque torticero por la pequeña burguesía, no hay más que ir al «Manifiesto Comunista» donde se puede leer: «Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país debe acabar en primer lugar con su propia burguesía».
Pero no -añado yo por mi cuenta tratando de interpretar la mente de Marx- contra la, p.ej., burguesía vasca, o catalana, sino contra ella unida a la oligarquía financiera española que forma y sostiene un único Estado opresor y principal enemigo.