Patentes y vacunas: el caso de Kirguistán

“El Estado no dispone de fondos suficientes para garantizar plenamente el suministro de vacunas a la población”, declaró el 19 de abril Ulukbek Karmychakov, Viceprimer ministro y ministro de Finanzas de Kirguistán, según el medio de comunicación kirguís Kloop.

El caso de Kirguistán es, pues, de manual. El problema no es que las patentes encarezcan el precio de las vacunas, sino que no pueden pagar ninguna vacuna porque no tienen un céntimo.

Ni siquiera es un problema de dinero. Kirguistán no pudo recibir una donación gratuita de vacunas de Pfizer. El 19 de enero el ministro de Sanidad, Alymkadir Beichnaliev, tuvo que rechazar una donación, porque el país no dispone de congeladores especiales que puedan almacenar este tipo de vacunas a -70º, según informó la agencia de noticias Tass.

Pero eso no es todo: como tantos otros países, ni tienen vacunas ni tampoco jeringuillas para inyectarlas. Se las ha tenido que regalar la OMS, que es capaz de hacer cualquier cosa con tal de que millones de personas consuman todo tipo de fármacos, los que necesitan y los que no.

Por lo tanto, Kirguistán tiene que vivir de la caridad, de las limosnas y ha sido el último país de Asia Central en recibir vacunas Covax, es decir, el programa de la OMS para vacunar a los países que no pueden vacunar.

Sería maravilloso que la OIT pusiera el mismo empeño en lograr el pleno empleo que la OMS en vacunar. Todo el mundo tendría un trabajo.

Las vacunas Covax aún no han llegado a Kirguistán. Los primeros lotes recibidos son entregas gratuitas de 150.000 dosis de Sinopharm procedentes de China, aunque el Presidente Sadyr Japarov prefiere la rusa Sputnik y el 24 de febrero negoció con Moscú la entrega de un primer lote de 500.000 dosis, que no han llegado porque no han cobrado ni una miserable entrada.

En consecuencia, el problema de Kirguistán con las vacunas no son las patentes. Lo primero que tiene que hacer el gobierno es responder a un pregunta muy simple: ¿por qué está empeñado en vacunar a la población?

No se trata de que Kirguistán no pueda vacunar por falta de recursos, sino de algo mucho más importante y previo: Kirguistán no debe vacunar porque no padece ninguna epidemia de nada. Con una población de 6,5 millones de habitantes, el número de muertos atribuidos al coronavirus es de 1.640.

Ninguna vacuna es necesaria. Si el gobierno está empeñado en vacunar es por presiones externas. Los países que no vacunen van a dejar en muy mal lugar a la tesis oficial de que la pandemia se ha acabado gracias a las vacunas, como los que no han confinado también han demostrado la inutilidad de las medidas de toque de queda. Por lo tanto, todos los países deben vacunar para que el asunto no se destape.

Kirguistán vacunará a la fuerza del mismo modo que confinó a la fuerza, de manera inútil y descabellada el 21 de marzo del año pasado. El primer ministro, Mujammedkali Abulgaziev, decretó el estado de emergencia en todo el país, causando estragos entre la población, que se vio sumida en la miseria más absoluta. El transporte público dejó de funcionar, con excepción de los trolebuses, y cerraron los centros comerciales. Las cafeterías y restaurantes también cerraron al público y solo sirvieron por medio de entrega a domicilio. Hasta las mezquitas cerraron y los fieles tuvieron que pasar el Ramadán encerrados en sus casas.

Afortunadamente, el confinamiento no se respetó cabalmente, lo que permitió que la población no muriera de hambre, especialmente en el campo.

(1) https://kloop.kg/blog/2021/04/19/u-kyrgyzstana-ne-hvatit-sredstv-dlya-polnogo-obespecheniya-grazhdan-vaktsinami-ot-koronavirusa-karmyshakov/
(2) https://tass.ru/mezhdunarodnaya-panorama/10492811

Más información:
— Las patentes no son el problema de las vacunas

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