De cómo va la operación militar especial en Ucrania o guerra o invasión, según terminología occidental, lo sabemos, o no lo sabemos, según los medios de comunicación, o de desinformación, y, sobre todo, de opinadores y tertulianos obedientes con la línea impuesta por sus amos de las empresas informativas y sus Gobiernos. Con la pandemia, de la que ya apenas se habla, pasaba tres cuartos de lo mismo.
Nosotros mismos, en este blog, ya no dedicamos tanto espacio a denunciar el timo de la plandemia y lo dedicamos a racionalizar el conflicto que enfrenta a Rusia con el imperialismo yanqui yaciente y sus aliados de la OTAN. Nos hacemos eco de la realidad, pero no la reflejamos según el discurso dominante e imperante intoxicador y manipulador. Por hacerlo te pueden llamar “negacionista” o “prorruso”.
Como decíamos, el “parte de guerra” lo dan “expertos” -tambien en este campo- que nos cuentan no solo cómo va la batalla, sino las intenciones del, digámoslo ya, enemigo: sus objetivos, moral, planes, etc. Todo en función de la propaganda, y así se nos dice que la “guerra-relámpago” (blitzkrieg) rusa ha fracasado, por lo tanto, el músculo ruso no era para tanto, unos abusones, eso sí, unos matones, (ocultando que no se están empleando a fondo) que recuerdan a los nazis que casualmente somos nosotros, pero ahí está el “heroico” pueblo ucraniano -compatible con hablar de refugiados a manta- resistiendo la barbarie imperialista rusa que quiere recobrar el antiguo mapa soviético o, peor aún, zarista. Y para ello se informa de bombardeos a hospitales, panaderías, centrales nucleares, población civil, infraestructura, etc., amén de un nutrido surtido de sufridos y dolientes “fichajes” ucranianos que nos dicen lo que pasa de verdad en Kiev u Odesa desde las pantallas de las televisiones. Ya estén en Chernobyl, Madrid o la frontera polaco-ucraniana.
Lo malo, que no lo peor porque hay que señalar lo malo, de este maelstrom, de esta corriente, es que se tiende a denunciar la propaganda de una parte dando por consabida la propaganda de la otra parte, es decir, que hay dos propagandas, igual de malas, dirán los “ni-nis” y equidistantes. Cuando, en realidad, solo se ve “contrapropaganda” de una sola parte, la de los “buenos”. De la otra ni se sabe, y si se sabe algo, se la prohíbe (Sputnik, RToday).