El descontento obrero continúa. Ayer los trabajadores ferroviarios británicos organizaron una nueva jornada de paros y movilizaciones para exigir un aumento salarial acorde con la explosión del coste de la vida.
Tras una primera huelga de trabajadores ferroviarios el jueves y una huelga en el metro de Londres el viernes, los transportes británicos se vieron afectados ayer por una tercera jornada consecutiva de huelgas, la sexta del verano, en la que sólo circuló un tren de cada cinco.
Rail, Maritime and Transport (RMT), Transport Salaried Staffs Association (TSSA) y Unite, los sindicatos que respaldan las movilizaciones, exigen un aumento salarial que se ajuste al aumento del coste de la vida, porque los salarios reales británicos bajaron un 3 por cien en junio debido a la inflación.
Pero las negociaciones con la multitud de operadores ferroviarios privados del sector se han estancado hasta ahora. El ministro de Transportes, Grant Shapps, que ha sido acusado de bloquear la situación, ha acusado a los sindicatos de negarse a aceptar las reformas para modernizar los ferrocarriles y el viernes amenazó con forzar la situación.
La huelga de ayer, en la que según la BBC participaron más de 45.000 ferroviarios, interrumpió los desplazamientos de los turistas, los aficionados al fútbol que trataron de desplazarse para ver los partidos y los asistentes a los festivales. “Viaja hoy sólo si es absolutamente necesario”, ha pedido Network Rail, la empresa privada propietaria de la antigua red de British Railways.
El transporte ferroviario no es el único sector afectado por los paros masivos. También las oficinas de correos y los puertos británicos se han visto afectados por las huelgas de las últimas semanas.
Denis Macshane, antiguo ministro de Asuntos Europeos de Tony Blair, declaró “hay que remontarse a los años setenta” para ver una huelga de esta magnitud. El contexto es en parte comparable, ya que es el alto nivel de inflación, del 10 por cien en julio en un año, está en el origen del descontento de los trabajadores.
Se espera que los precios sigan subiendo, hasta alcanzar el 13 por cien en octubre -el nivel más alto de los países del G7-, debido principalmente al aumento de los precios de la energía. El 1 de octubre las facturas de gas y electricidad pasarán de 1.971 libras a 3.300 libras (3.887 euros) al año, tras una subida espectacular en abril del 54 por cien.
Hoy los estibadores del puerto de Felixstowe, en el este de Inglaterra, el mayor puerto de mercancías del país, también iniciarán una huelga de ocho días, que amenaza con paralizar gran parte del tráfico de mercancías.
En el ámbito ferroviario, esta mañana la huelga ha afectado al tráfico ferroviario. Mick Lynch, secretario general del sindicato RMT, ha dicho que los huelguistas contaban con el apoyo de la población, diciendo que estaban “justo detrás de nosotros”.
“Creo que los ciudadanos británicos están hartos de ser estafados por este gobierno y por las empresas británicas, con empresas como BP y British Gas que obtienen enormes beneficios mientras la gente lucha por ganarse la vida”, declaró ayer.
En ausencia de un acuerdo salarial, dijo que la perspectiva de nuevas huelgas era “muy probable”.
Los trabajadores no entienden que los fondos del erario público no están para mantener su anterior nivel de vida (y menos aún para acrecentarlo), ya que lo prioritario es armar a Ucrania para tratar de hacerse con Rusia en pro de balcanizarla como hicieron con Yugoslavia.
Eso es lo prioritario; ante todo, el seguir trabajando casi como indigentes para que las plusvalías sigan engrosando los caudales empresariales, y que el erario público sea para beneficio o rearme de los neonazis ucranianos en pro de desestabilizar a la potencia rusa.
Debo de estar beodo, y aun así voy a echarme otro trago: ¡Quién lo diría de un abstemio: No? Y es que, tal y como recogí en no recuerdo qué sentencia, «habemos» quienes convertimos el agua en vino: «No se debe de reconocer otra superioridad que la del vino viejo sobre el nuevo. O, dicho aún con mejor poesía, la «del sol» que convierte el agua en vino para que no cese la alegría entre los invitados».
Chau.