– ¿Ha habido algún atentado últimamente? (es el Director quién pregunta a los tribuletes). Estamos a punto de cerrar la edición y no tenemos qué llevarnos a la boca.
– Pues de momento no hay nada (habla un plumilla, quizá becario con pretensiones), pero con estos yihadistas ya se sabe, lo mismo ahora se han autoinmolado algunos matando tropecientas víctimas, sin contar los heridos.
– Inmolado, se dice “inmolado”, ignorante, decir “autoinmolarse” es como decir que uno se suicida dos veces, que no sabéis ni escribir, ¿es que no leéis nuestro Libro de Estilo?
– ¿Lo tenemos?
– Bueno, ¡qué más da! El que paga, manda, ese es el Libro de Estilo, pero, ostia, mira, mira (está viendo la pantalla), imágenes de un atentado, presunto, hablemos con rigor, que somos el “mundo libre”, y nosotros sus portavoces y portacoces, amplia la imagen, Morales, a ver si se ve sangre, sudor y lágrimas, y muertos, y ambulancias, y sirenas, y ruido y desorden, caos, caos, caos…
– ¿Informaremos de quién ha sido o quién reivindica?
-¡Qué más da! Pareces nuevo, así no harás carrera, chaval. En principio, yihadistas que luego se suicidan, o un zumbao como el (pen)último en Munich, eso dicen, ahora “patologizan” al majara de turno, lo que importa ahora son las imágenes, ¿las tenemos?
– Sí, alguna, pero no sabemos quién las provee y menos con qué intención.
– ¡Qué cojones importa! Todos sabemos que han sido moromierdas. ¿Se ve gente despavorida y aterrorizada corriendo como pollo sin cabeza? ¿Sí? Pues pásalas. Que parezca como un hormiguero que das una patada y salen las hormigas -los humanos- como locos al sálvese quién pueda. Y lo siguiente es dar imágenes de policías que velan por nuestra seguridad ciudadana, porque somos ciudadanos, y a su Jefe-Comisario dando instrucciones a la población de que no salga de sus casas ni para tirar la bolsa de basura y esperen a que les digamos cuándo pueden ya salir a comprar el periódico que les informará de todo lo sabido y no sabido pero nunca por saber.
– Estamos en ello.
– Bien, joven, a continuación, necesitamos algún testigo en el lugar del crimen, o sea, de los hechos, y, a poder ser, que hable español, eso que nos ahorramos traduciendo, y si es español, mejor, ¿dónde no hay un español por esos mundos de diós? Y que ponga cara -y voz- angustiada, y si es mujer, que dé grititos histéricos, ellas son así…
– (el becario se subleva): ¡fascista, cabrón!
– Sí, hombre, sí, lo que quieras, ¡pero haz lo que te ordeno! Esto es como los veranos ayunos de noticias. Antes los rellenábamos con la aparición de un OVNI en tomar por culo, y, agotado este filón, pues se ponen imágenes de los típicos incendios veraniegos en algún monte o bosque de California -que amenace viviendas de ricachones- o inundaciones en China o en el sudeste asiático, tifones, simunes, esas cosas… Good news, no news, ¿Y cuántos muertos dices que ha habido? ¿Doce? Pocos, son muy pocos, más, tiene que haber más, eso impresiona, y mete miedo al personal, y ahora haz una encuesta (que parezca natural, improvisada, lo mismo puedes ser tú el encuestado) donde se quejen de la falta de seguridad, que el Gobierno tome medidas, que saque al Ejército a la calle como los franceses, pero, por dios, ¡qué hagan algo, por la gloria de mis hijos! Bien, bien, así, así, ponlo también en el Telediario de las nueve de la noche. Miedo, inseguridad, canguelo, acojono, hay que transmitir eso hasta que inventemos otra pandemia como el Ébola del que ya nadie se acuerda, la chusma es muy olvidadiza y hay que recordarles quién les protege y… ¡ay, yamadao, ostia, las pastillas, a ver, tú, chaval, esas que están encima de la mesa, sí, esas, cagondiós, a ver si la espicho y me pierdo esta exclusiva, perdón, scoop.