El viernes murió en una prisión rusa Alexei Navalny. Cumplía una condena de 19 años de cárcel por “actividades extremistas”. En Rusia era un “don nadie”, pero en occidente están empeñados en decir que era la cabeza visible de la oposición política a Putin, lo cual es absolutamente falso.
Navalny se licenció en derecho en 1998 y en finanzas en 2001. Entre 2000 y 2007 fue miembro del partido liberal Yabloko, antes de cofundar un pequeño grupo racista llamado “Narod”.
En 2021 Amnistía Internacional le retiró la condición de preso político por sus comentarios fascistas y racistas en el pasado de los que siempre se negó a retractarse (*).
En un vídeo de YouTube difundido por el colectivo, defendía el derecho a portar armas para luchar contra las “moscas y cucarachas”, en referencia a los musulmanes del sur del Cáucaso. En otro comparaba a los inmigrantes de las regiones islámicas con la caries dental.
En agosto de 2008 Navalny respaldó la intervención rusa contra Georgia en nombre de la asediada Osetia del sur. Posteriormente participó en tres manifestaciones anuales de la “Marcha Rusa” con grupos racistas. Evgenia Albats dijo más tarde que había incitado a Navalny a asistir a estas manifestaciones para utilizar el racismo contra el Kremlin.
En 2010 Albats copatrocinó la estancia de seis meses de Navalny en Estados Unidos dentro del programa Yale World Fellows.
Luego Navalny empezó a utilizar sus estudios financieros para crear un equipo de especuladores llamado “Unión de Accionistas Minoritarios”, que intentó socavar a grandes empresas como Rosneft, Gazprom, Lukoil y otras.
Su ONG, Fundación contra la Corrupción (FBK), fue registrada en septiembre de 2011 y al año siguiente el FSB grabó en vídeo a un ayudante suyo, Vladimir Ashurkov, pidiendo dinero a un espía del MI6, James William Thomas Ford, para desestabilizar Rusia. La reunión se celebró en un bar de Moscú y en ella Ashurkov pedía al gobierno británico entre 10 y 20 millones de dólares anuales.
Ashurkov era el director de la fundación de Navalny y Ford actuaba bajo cobertura diplomática, como segundo secretario de asuntos políticos de la embajada británica en Moscú.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó en 2016 que sus acciones eran “indistinguibles de actividades comerciales legítimas”. Lo que quería decir, era que el chantaje comercial era una de sus fuentes de financiación.
Su “lucha contra la corrupción” era rentable. Acusaba al gobierno de Moscú, a los gobernadores regionales y a las empresas de fraude, corrupción y estafa, por lo que fue demandado por difamación varias veces.
En febrero de 2011 volvió a la arena política. Atacó al partido gobernante Rusia Unida, calificándolo de grupo de “malversadores y ladrones”, y en diciembre afirmó que el partido había cometido un fraude electoral.
Gracias a su campaña contra la corrupción, los medios de comunicación occidentales lo auparon como cabecilla de la oposición rusa. Organizó una serie de protestas en las que pronunció discursos incendiarios.
El punto culminante de su carrera política fueron las elecciones para alcalde de Moscú de 2013, donde obtuvo el 27,24 por cien de los votos, pero fue derrotado por Serguei Sobianin.
Pero no pudo presentarse a las elecciones presidenciales de 2018 debido a sus antecedentes penales.
La primera condena penal de Navalny fue por malversación de fondos para Kirovles, una empresa forestal de propiedad pública. En 2013 fue condenado a cinco años de prisión, pero la sentencia fue posteriormente sustituida por la libertad condicional.
Durante el juicio, Navalny denunció que las acusaciones tenían motivaciones políticas y criticó el “repugnante sistema feudal” en el que “un centenar de familias” saqueaban Rusia.
Navalny y su hermano Oleg, un trabajador de correos, fueron acusados de malversación de fondos en 2012, por defraudar a la sucursal rusa del gigante francés de cosméticos Yves Rocher. Ambos fueron declarados culpables en diciembre de 2014, pero a Alexey le concedieron la libertad condicional de nuevo, por lo que no ingresó en prisión.
En 2019 el gobierno ruso calificó a su fundación FBK de “agente extranjero”, limitando severamente sus financiación y actividades.
En 2020 cayó enfermo durante un vuelo entre Tomsk y Moscú y fue trasladado a Alemania para recibir tratamiento. En Berlín los médicos afirmaron que fue víctima del agente nervioso “novichok”, lo que era falso. A su regreso a Rusia, fue detenido por violar las condiciones de su libertad condicional y enviado a la cárcel.
Fue acusado de fraude y desacato al tribunal y condenado a nueve años más en 2022. Al año siguiente fue condenado a 19 años más de prisión por instigar, financiar y llevar a cabo actividades extremistas y defender a los nazis. La fundación FBK fue clausurada por orden del gobierno.
En diciembre del año pasado fue trasladado a una colonia penal en la región de Yamalo-Nenets, en el norte de Siberia.
(*) https://www.bbc.com/news/world-europe-56181084