El despliegue de buques de guerra en el Mar Rojo fue una trampa y una escalada excesiva. Incluso España se ha retirado de la aventura, al menos temporalmente, igual que los países europeos que inicialmente se comprometieron a integrar la coalición.
También Australia, un país vasallo donde los haya. La Operación Guardián de la Prosperidad ha dejado de ser una alianza. Cada país escoltará sus propios barcos.
Ni en la primera reunión Estados Unidos fue capaz de responder a una pregunta crucial: ¿qué barcos hay que proteger?
El acontecimiento marca un cambio significativo en la seguridad de una de las rutas marítimas más importantes del mundo. El transporte marítimo está en crisis, lo que supone una crisis del comercio internacional. Ahora lo primero es el transporte local y regional, mientras Estados Unidos lo que pretende es proteger todo el transporte marítimo, en detrimento de los mercantes de pabellón estadounidense.
Por eso Biden se enfrenta a crecientes críticas de los armadores estadounidenses, que le acusan de dejar a los barcos estadounidenses expuestos al fuego de las fuerzas huthíes.
La Operación Guardián de la Prosperidad tenía como objetivo lograr una amplia participación, pero sólo diez países se comprometieron, y aliados como Canadá y Países Bajos sólo proporcionaron unos pocos oficiales de estado mayor. Aliados navales clave como Australia, Japón y Corea del sur se abstuvieron.
Estos secuaces prefieren centrarse en amenazas importantes en el Pacífico y el Mar de China Meridional. Temen que la Operación Guardián de la Prosperidad distraiga la atención de prioridades regionales más amplias. Japón y Corea del Sur, que han participado regularmente en operaciones anteriores contra la piratería encabezadas por Estados Unidos en la región, también se destacan por su ausencia de la misión actual, a pesar de las interrupciones en el transporte marítimo que también afectan las rutas asiáticas de importación y exportación.
Varios barcos con pabellón estadounidense esperan actualmente ser escoltados en el Mar Rojo. Esta situación es impactante teniendo en cuenta que más de 3.000 marineros de la Infantería de Marina y la Armada fueron enviados a defender barcos con bandera extranjera en el Golfo Pérsico a principios de este año, pero ningún destacamento ha proporcionado seguridad a los barcos con pabellón estadounidense que ahora se encuentran dentro del radio de tiro de los misiles huthíes.
Hasta ahora las coliciones militares que han acompañado a Estados Unidos en sus agresiones imperialistas se han dirigido directamente desde la Casa Blanca, normalmente encabezados por el secretario de Seguridad Nacional, en este caso Jake Sullivan. Pero una coalición naval es bastante diferente y Estados Unidos nunca ha mostrado una especial pericia marítima.
Ha desaparecido la oficina naval dentro del organigrama de Seguridad Nacional de Estados Unidos y eso se ha notado desde se les ocurrió la idea de formar una coalición. Aunque a Lloyd Austin, propulsor del invento, no le sirva de consuelo, al gobierno español le ha ocurrido lo mismo.
El papel de Arabia saudí
No es una sorpresa que Arabia saudí se desmarcara de la coalición, una vez que se había acercado a Irán y había desistido de continuar con su agresión militar a Yemen.
Recientemente lo recordó el New York Times. Los saudíes no quieren más guerras… al menos por el momento. Quieren convertirse en un centro de negocios internacional para 2030 y para eso hace falta tranquilidad; mucha tranquilidad.
Necesitan algo como una liga de fútbol, unas olimpiadas… cualquier festejo que atraiga turistas e inversores y ayude a olvidar al mundo lo que es Oriente Medio, el Mar Rojo o el Estrecho de Ormuz.