Muy pronto las calles y plazas del mundo entero llevarán el nombre de Yahya Sinwar en señal de respecto y admiración, no sólo personal sino colectiva hacia un pueblo, como el palestino, que lleva ocho décadas de resistencia frente a un enemigo implacable.
Lo mismo que el ejército israelí, la propaganda esperaba su foto escondido en un túnel, pero los soldados se precipitaron al mostrarle como uno más, en traje de camuflaje, haciendo frente a las hordas ocupantes.
Sinwar pasará a la historia como el dirigente que permaneció en el campo de batalla junto a sus hermanos hasta el final, y no como alguien que se escondió bajo tierra, presa del pánico.
Eso refuerza el mensaje de que Sinwar estaba decidido a resistir a las tropas de ocupación israelíes, consolidando así su condición de dirigente consecuente y entregado a la causa del pueblo palestino.
En lugar de quedar como un fugitivo escondido y atemorizado, la imagen de Sinwar como un combatiente con uniforme de campaña es un estímulo para los palestinos, ha elevado la moral de la resistencia y quebrado la imagen de Israel.
La percepción de Sinwar como un héroe que lucha hasta el último aliento destruye el impacto sicológico que los dirigentes israelíes podrían haber logrado al asesinarlo.
Para Israel, la filtración de la imagen por parte de los soldados, pasando por alto la cadena de mando, socava cualquier posible victoria simbólica que su muerte pudiera haber acarreado.
La filtración de los soldados revela grietas en el control de la información dentro del ejército israelí, lo que podría avergonzar a los cabecillas políticos israelíes.