Para pedir una escalada armamentista en Europa, Merkel comparó en su discurso el porcentaje de gasto militar de Alemania (1,2 por ciento del PIB) con el de Estados Unidos (3,4 por ciento) porque a la larga no se puede encomendar a terceros que se encarguen de la defensa propia.
Vuelve, pues, el militarismo alemán, como reconoce la prensa, que se une al viraje en la política exterior anunciado en la Conferencia sobre Seguridad celebrada en Munich en 2014 por el presidente Joachim Gauck, el ministro de Asuntos Exteriores Frank-Walter Steinmeier y la ministra de Defensa Ursula Von der Leyen.
Como suele suceder en Alemania, lo mejor es la reacción de la prensa. El periódico económico Handelsblatt habla de “viraje histórico”. En los últimos 25 años, dice Handelsblatt, todos los partidos parlamentarios han hablado de paz y, sobre todo, de los beneficios que ha traído a Alemania porque se ha logrado gracias a una reducción al límite de los presupuestos militares.
La nueva era no es consecuencia del azar, dice Handelsblatt, sino de que el terrorismo y la guerra de Ucrania han alarmado a Berlín, imponiendo nuevas exigencias al Bundeswehr (ejército federal) en proyectos de disuasión de la OTAN dirigidos contra Rusia.
La explicación del Handelsblatt es el chocolate del loro. Como suele ocurrir cuando se trata de un periódico económico, la verdadera explicación del rearme viene un poco después: la explicación de la modernización militar es la adquisición de materias primas y nuevos mercados para una industria alemana necesitada de exportaciones.
A comienzos de 2013 el mismo diario ya publicó un editorial titulado “Expedición materias primas: el nuevo curso de Alemania” en el que destacaba que “las anteriores medidas políticas adoptadas para garantizar las materias primas han alcanzado sus límites” y que el gobierno debía estar dispuesto a la guerra para asegurarse los recursos que necesita.
En un largo artículo dedicado al Brexit, la revista Der Spiegel pone otro factor encima de la mesa. No sólo previene acerca de la posible desintegración de la Unión Europea sino de que eso puede romper la alianza con Estados Unidos. En tal caso, como mayor potencia europea central, Alemania estaría obligada a “desempeñar un papel dirigente”.
Otro artículo significativo es el escrito por Steinmeier, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, para la revista Foreign Affairs con el título “El nuevo papel mundial de Alemania” en el que destaca el distanciamiento creciente entre Alemania y Estados Unidos y la reivindicación del papel de superpotencia mundial que corresponde a Alemania, que está obligada a “reinterpretar” los principios que guían su política exterior desde hace medio siglo.
Hablando de Alemania, para que no falte de nada, Handelsblatt reconoce que Alemania tiene una dilatada experiencia. Los mismos monopolistas (“gigantes de la industria”) que rearmaron la Wehrmacht en tiempos de III Reich diseñan ahora nuevos carros de combate para el nuevo ejército federal. Empresas como Krauss-Maffei Wegman (KMW) y Rheinmetall excavan un depósito secreto para recuperar viejos tanques comprados a Austria y Suecia. En total, la industria de guerra ya ha comprado 100 carros de combate Leopard 2 para ser reutilizados por el Bundeswehr.
El gobierno ha elaborado un informe con un total de 20 nuevos proyectos militares presupuestados en 60.000 millones de euros. Además de carros de combate, el rearme comprende helicópteros de apoyo Tigre, un avión de transporte A400M, varios Eurofighter, misiles Iris-T y buques de guerra Meteor, entre ellos fragatas, corbetas, un navío de combate multimisión 180 y un sistema de defensa aérea táctico.