Las protestas también han alcanzado a los pequeños pueblos de la antigua República Democrática Alemana.
Las manifestaciones se están celebrando a pesar del toque de queda, aunque los ayuntamientos se han visto obligados a hacer la vista gorda, dado el malestar, aunque con una fuerte presencia policial.
Los manifestantes protestan contra las restricciones de movimientos y el uso de mascarillas. Algunos reclaman su derecho a quedar contagiados.
Algunas manifestaciones han acabado de manera violenta. El 1 de mayo en Berlín un equipo de televisión de la ZDF fue asaltado violentamente por una docena de personas, que, según la policía, pertenecían a la ultraizquierda. En Prina, Sajonia, un policía fue herido al margen de la manifestación.
La canciller Merkel ha dicho que las manifestaciones son “alarmantes” y acusa a Rusia de estar detrás de las operaciones de desinformación que alimentan las protestas, según el diario Bild.
Las movilizaciones crecen en intensidad cada día, a pesar de que el gobierno está levantando las restricciones poco a poco.
El gobierno central no oculta su preocupación por lo que considera como “un alto nivel de agresividad” de las protestas, en palabras del portavoz Steffen Seibert.
“Desgraciadamente, asistimos a una radicalización a menudo rápida de estas personas […] que ya no creen en ninguna información procedente de fuentes oficiales”, dice Miro Dittrich.