O, lo que es lo mismo, Maradona como un dios de dos caras: una, la del icono de masas, la del astro del planeta fútbol, deporte -al menos en los orígenes- popular por antonomasia, del pueblo, y, otra, la del ídolo con los pies de barro, maltratador y drogadicto. Habría, pues, una escisión, un desdoblamiento de la personalidad, una especie de Dr. Jekyll, lado bueno, y Mr. Hyde, lado malo, perverso, siniestro, dos caras ajenas una a otra.
Nosotros no somos partidarios de la división tajante de la personalidad de las personas, aunque sí podríamos inclinarnos a asegurar, poéticamente, que en una persona hay varias, pero todas están en una… y su circunstancia, que es como Ortega y Gasset llamaba -copiaba sin embozo- a las marxistas condiciones de vida y trabajo de los individuos.
Deploramos la conducta machista de Maradona así como admiramos su extraterrestre magia futbolística -sólo Romario y Ronaldinho se le aproximaron- y nos congratulamos de su amistad con Fidel Castro, Hugo Chávez -su tatuaje del Ché- y otros líderes populares latinoamericanos. También nos felicitamos de su no olvido de sus orígenes arrabaleros, orilleros, en Villa Florito, Lanús, en el distrito de Buenos Aires, de los que no renegó. Pero no viviseccionamos al personaje. No lo cuarteamos. No tratamos -como se está haciendo por quienes no soportan sus decantamientos populares y su renuncia al discurso dominante y políticamente correcto- de tapar y/o desprestigiar una faceta humana sobredimensionando otra. Tenemos en cuenta ambas.
El veredicto popular -véase el multitudinario sepelio y la repercusión mundial del óbito- se ha pronunciado por el aspecto deportivo y sus connotaciones políticas, sociales y psicológicas (goles a Inglaterra con la albiceleste, las gestas napolitanas) que antepone a su reprobable comportamiento que no llamaremos «privado», al menos nosotros, pues es personaje público, pero sí -llamaremos, decimos- humano. El pueblo viene a decir:criticamos su conducta personal, que lo convierte en humano, y a ver quién tira la primera piedra en estos rubros, pero ningún humano ha hecho lo que este hombre, esto es, hacernos felices, por eso le llamamos dios. Y si eso es opio, nos chutamos, remachan.
Decir de una persona que ha tenido luces y sombras es una tautología pues, nos ha jodido, ¡todo quisque las tiene! Ahora bien, tratar de que prevalezcan más las segundas puede obedecer a insanas intenciones. Mejor sería hablar de las contradicciones de una persona, de las personas, en una trayectoria vital dada. Maradona las tuvo, pero el duelo popular las consideró antagónicas, pero no fundamentales. En cualquier caso, seguimos apostando más por la ética que la estética, pero no las confundimos.
Soy de Argentina. Lo que critico es el funeral organizado por el gobierno, que no permite hasta ahora los funerales de la gente común, somos muchos los que no hemos podido despedir a un ser querido, y nos han mantenido en cuarentena durante nueve meses. Pero permite e intenta utilizar políticamente este funeral al que asistieron más de un millón de personas.