Como era de esperar, en Siria se ha cumplido el manual desestabilizador que la OTAN puso en marcha en Libia en 2011. Los imperialistas han creado países fantasmagóricos en guerra permanente, auténticos agujeros negros en el mapa mundial.
Sin embargo, algún intoxicador ha calificado a Siria como un “califato inclusivo”, a pesar de que, tras el triunfo de los yihadistas, las matanzas se suceden en varias provincias, entre ellas las de los alauitas, que son víctimas de una venganza tras 13 años de guerra.
Lo que ha estado sucediendo en la provincia de Latakia desde hace una semana no es una simple caza de partidarios del gobierno de Bashar Al Assad. Se trata de crímenes de guerra cometidos por los actuales gobernantes de Damasco.
Durante los últimos tres meses han sido objeto de humillaciones y exacciones. Los asesinatos siguen sin resolverse, ya que funcionarios públicos y personal militar han perdido sus trabajos. Las lesiones y provocaciones son comunes en las ciudades costeras.
La semana pasada el barrio de Daatour, en Latakia, fue rodeado por la chusma yihadista procedente de Idlib, Homs, Damasco y otras localidades. Miles de terroristas se trasladaron a la provincia alauita para participar en las masacres. Terroristas encapuchados atacaron con armas pesadas, invadieron el barrio y detuvieron arbitrariamente a los vecinos.
El miércoles la aldea de Dalieh, en el interior de Banias, en la provincia de Tartous, fue atacada por helicópteros que arrojaron barriles de dinamita desde el aire. Murieron 164 civiles, entre ellos 10 mujeres y 5 niños. El pueblo es un lugar sagrado para alauitas y los yihadistas quieren demoler más de cien mausoleos.
Los enfrentamientos estallaron el jueves y el viernes en las aldeas cercanas de Latakia y Jableh, donde 109 civiles alauitas murieron.
En la aldea de Murtakhieh, en la región de Al Haffa, en la provincia de Latakia fueron asesinados 52 civiles alauitas y decenas más perdieron la vida en varios lugares cercanos.
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos reveló que al menos 333 civiles alauitas han muerto desde el jueves, incluidos 162 en al menos cinco masacres en las regiones costeras sirias y en el centro de las provincias de Latakia, Tartous y Hama.
La comunidad alauita de Siria ha publicado las últimas cifras provisionales sobre los civiles asesinados en las diferentes localidades:
— 78 en Al Toweim
— 29 en la ejecución colectiva en la aldea de Al Chir, también en la provincia de Latakia
— 22 civiles en ataques contra la aldea de Qarfis, en la provincia de Latakia
— 19 civiles en Qardaha
— 19 civiles en Arza
— 31 civiles, entre ellos 9 niños y 4 mujeres en la provincia de Hama, en el centro de Siria.
También han perpetrado otras masacres en en la provincia de Latakia, entre ellas siete civiles en la aldea de Baabda. Otros siete fallecieron por heridas de arma de fuego en la cabeza y el pecho en la localidad de Al Haffa y dos civiles en la localidad de Yahmur.
La abrumadora mayoría de las víctimas sucumbieron en ejecuciones sumarias llevadas a cabo por yihadistas adscritos al Ministerio de Defensa. El Observtorio describe las masacres como una venganza colectiva.
El actual cabecilla de Damasco, Ahmad Al Sharaa, afirma que las exacciones son obra de elementos incontrolados, aunque en realidad el régimen muestra el mismo rostro criminal desde que en 2011 inició la guerra contra el gobierno de Bashar Al Assad.
En los primeros días, el nuevo califa de Damasco esbozó una sonrisa para que las potencias occidentales y a las monarquías petroleras del Golfo levantaran las sanciones y la “ayuda” económica empezara a llegar. Ahora las máscaras han vuelto a caer.
Las tropas turcas y sus monaguillos sobre el terreno quieren ocupar la región con el pretexto de evitar las masacres de civiles en los barrios alauitas, presentándose como “fuerzas de interposición” para desplegarse. Turquía siempre ha pretendido anexionarse la provincia costera de Latakia, que anteriormente formaba parte de Alexandreta.
Siria está al borde del desmembramiento. Muchas poblaciones y confesiones (drusos, kurdos, cristianos) saben lo que les espera si no toman las armas contra los yihadistas.