Durante años Qatar financiació a Hamas por cuenta de Israel. El objetivo era separar a los palestinos de la OLP y dividirlos, como ya hemos explicado en entradas anteriores.
Todo fue bien hasta que, como suele ocurrir, la criatura se volvió contra su creador, un viraje que el año pasado condujo finalmente al ataque del 7 de octubre. Al enemistarse con Israel, Hamas dejó de ser lo que había sido para losmedios de intoxicación, convirtiéndose en los “terroristas” oficiales.
Durante este tiempo los financiadores, es decir Qatar, albergaban la oficina de dirección política del movimiento palestino y llevaban a cabo un papel de mediador entre ambas partes, Hamas e Israel, con un cierto éxito ya que lograron un alto el fuego temporal que permitió el intercambio de prisioneros.
La noticia ha pasado desapercibida, pero la captura de Damasco por los terroristas se produjo al mismo tiempo que los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia, Irán y Turquía se reunían en Qatar.
Simultáneamente a la reunión, Qatar cerraba las oficinas políticas de Hamas, o sea, que en Palestina se acabó la política; ya sólo queda el “terrorismo”.
Hay que dar por supuesto siempre que los “terroristas” son los palestinos, no los israelíes.
Como explicamos hace años en una entrada, la Guerra de Siria es -en parte- una guerra de gasoductos. Qatar y Europa pretenden de sustituir al gas ruso con una tubería que debería atravesar Siria hacia el Mediterráneo y Turquía.
El mundo se divide en “terroristas” buenos y malos desde que en los años ochenta del siglo pasado Estados Unidos apoyó a los talibanes para que lucharan contra la URSS. Fueron los buenos hasta que en 2001 el Séptimo de Caballería invadió el país para luchar contra ellos. Entonces se convirtieron en malos.
Ahora los terroristas buenos se han apoderado de Damasco y han dejado de ser terroristas. En 2017 Estados Unidos aún no había calificado a Mohammad Al Golani, el dirigente de HTS (“Hayat Tahrir Al Sham”), como el “terrorista bueno”, pero ya concede entrevistas a la cadena CNN y un periódico europeo lo califica de “pragmático”.
Hay que tener mucho cuidado con el lenguaje porque, como hemos repetido tantas veces, es un instrumento del imperialismo, lo mismo que los medios de comunicación que lo utilizan y lo retuercen.