Desde el 25 de agosto de 1937 el penal fue habilitado por las tropas italianas como campo de concentración para más de 3.000 detenidos Republicanos. Entre el 4 y el 7 de septiembre los soldados de Mussolini cedieron el control del campo a las tropas franquistas (incumpliendo así el Pacto de Santoña). Muchos reclusos pidieron inútilmente permanecer bajo el amparo italiano. Inmediatamente los franquistas comenzaron con los malos tratos, empeorando las condiciones de vida.
Ese mismo otoño, el tribunal militar instalado allí dictó 510 sentencias de muerte, muchas de las cuales se ejecutaron en la vecina playa de Berria. También se produjeron “sacas representativas”, eligiendo Republicanos al azar para asesinarlos. En una ocasión, como respuesta a una cacerolada de protesta por el apaleamiento de un compañero, se masacró a 42 prisioneros seleccionados aleatoriamente. La mayor parte de los sentenciados a muerte por fusilamiento eran trasladados en camiones a las tapias del cementerio de Ciriego de Santander, para su ejecución y posterior “desaparición”. En el mismo penal también se ejecutaba por medio de garrote vil. En el Penal de El Dueso se ejecutaron más de un millar de sentencias de muerte.
La comida era repugnante, muy escasa, desayunaban algarrobas molidas, aparecían gusanillos; para comer un cazo de caldo de lechugas o coles hervidas sin aceite, con tierra, babosas, sabandijas, parecía agua de fregar. Patatas, cereales, pan, legumbres, no existían. Había guardianes, que por su saña maligna los presos los motejaban: El Rápido, el Alemán, Pescadilla, el Chato de Laredo o Quinoya. Este último era el más sobresaliente en maldad. La vestimenta haraposa y remendada con saco, lona, manta. No daban a los presos ropa ni calzado. El hacinamiento producía abundancia de piojos, chinches, pulgas, ladillas. Eran abundantes los resfriados, bronquitis y pulmonías que, en muchos casos, terminaban con el débil soplo de vida de los más depauperados.
Tras el paso por El Dueso, como campo de concentración de decenas de miles de vascos, cántabros y asturianos, en el Penal fueron internados al menos otros 7.419 presos antifranquistas, en este caso ya con condenas en firme. De los 5.800 casos de presos recluidos por supuestos delitos políticos cometidos durante el desarrollo de la guerra, estudiados todos ellos por la investigadora Raquel Collado Quemada en su trabajo “Santoña y la Colonia Penitenciaria de El Dueso”, 1.884 lo fueron por Rebelión o Rebelión Militar, 3.857 por Adhesión a la Rebelión y 42 por Auxilio a la Rebelión.
De los 1481 casos de presos recluidos por supuestos delitos cometidos con posterioridad al 1 de abril de 1939, 895 lo fueron por Rebelión, 215 por Bandidaje, 245 por Actividades Subversivas de asociación o propaganda ilegal, y 63 por Delitos Contra la Seguridad del Estado. Entre los muchos detenidos en El Dueso, estuvo el dirigente del PSOE Ramón Rubial, o el dramaturgo Antonio Buero Vallejo, condenado a muerte y que estuvo preso 7 años.
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Este formato es peor que el anterior