Durante la campaña presidencial de 2017, Macron iba de la mano de Jean Jacques Mourad, un cardiólogo que se manifestó a favor del reembolso de los medicamentos para la presión arterial, que son una especialidad del monopolio farmacéutico Servier.
Si el precio de un medicamento se devuelve o no, es una decisión de política económica, no médica. No es más que ejemplo de que ciertos expertos meten sus pies en charcos que no les corresponden. Lo hacen por dos motivos. El primero es que, como expertos, respaldan determinadas decisiones con un aura científica y “apolítica”. El segundo es que sus consejos no tienen nada que ver con la ciencia sino que están pagados por sus amos de la industria.
En el caso del cardiólogo, estaba al servicio de la propia multinacional Servier, una empresa especializada en vender medicamentos contra la presión arterial precisamente. En tres años y medio Mourad había cobrado unos 80.000 euros de ella.
Ahí se acabó su carrera política, aunque los expertos, lo mismo que los políticos, no son más que piezas de quita y pon. Murad desapareció y ahora quienes asesoran a Macron en la pandemia son otros clones equivalentes, según acaba de denunciar un documentado reportaje de la revista Marianne: en los últimos cinco años los clones han cobrado 450.000 euros de las empresas farmacéuticas (*).
Hay quien cree que las decisiones sobre la pandemia las toma Macron, hay quien cree que las toman los expertos y, finalmente, estamos quienes pensamos que las toma el capital monopolista.
Los expertos no sólo cobran en dinero sino que viven de manera ostentosa gracias a sus amos: chalets, viajes, hoteles, comidas, cenas, transporte, dietas, honorarios… No les falta de nada.
Macron ha creado dos equipos de expertos para asesorarle en la pandemia. Pues bien, en cinco años dichos expertos han cobrado casi medio millón de euros de las multinacionales farmacéuticas. Una de las más generosas, MSD, trabaja para fabricar una vacuna contra el coronavirus. Otra, Roche, trabaja en los tests de detección rápida. Pero no falta ninguna: Johnson & Johnson (22.487 euros), Sanofi (18.551 euros), Abbvie (14.706 euros), GSK (15.412 euros), Gilead (9.096 euros)…
Hay quien no se corta un pelo. La microbióloga Marie Paule Kieny colgó su bata blanca y ahora dedica su tiempo al consejo de administración de BioMérieux, un laboratorio que compite en fabricar una prueba rápida para el coronavirus.
La corrupción no está sólo en las alturas. En 2018 las empresas farmacéuticas pagaron unos 1.360 millones de euros a médicos y otros profesionales franceses de la salud, un sobresueldo (no lo llamaremos soborno) cuyo único fin es aumentar las ventas de fármacos.
Un estudio académico publicado en el British Medical Journal en noviembre del año pasado demostró que en Francia los médicos vinculados a las empresas farmacéuticas prescriben más fármacos que los otros.
Luego los hipócritas se echan las manos a la cabeza, pero en Francia aún colea el escándalo del Mediator, un fármaco distribuido por Servier durante 37 años que ha causado numerosas patologías… a pesar de que tenía todas las bendiciones de la burocracia sanitaria, debiendo aclarar que dicha burocracia trabajaba para Servier. Ya saben lo que ocurre en estos casos: una vez que los muertos están en el hoyo, cambiaron la ley, impusieron controles más estrictos, exigieron garantías de transparencia… Cualquier cosa excepto lo más elemental: sacar a las multinacionales de la sanidad e imponer una nueva política de salud pública.
(*) https://www.marianne.net/societe/118000-euros-de-msd-116000-euros-de-roche-faut-il-s-inquieter-des-liens-entre-labos-et