Los últimos ataques terroristas en Rusia no tienen nada de especial, salvo para quienes se cuentan entre sus 20 víctimas, 10 de ellas policías, y sus familiares, naturalmente. Putin estaba a punto de dirigir su mensaje a la nación y los terroristas trataron de exasperar a quien está ahora mismo en la cúspide de su popularidad: disfruta de un 80 por ciento de apoyo, según los últimos sondeos.
El periodista Henry Kamens ha calificado los atentados de Grozny como terrorismo “esponsorizado” (1), una parte del proyecto de desestabilización del imperialismo occidental dirigido contra Rusia en general y el Cáucaso en particular. ¿Quién es el mecenas del terrorismo en el mundo entero? Estados Unidos que, en el caso de Chechenia, lo mismo que en Siria, Libia o Hong Kong, ha creado unos “rebeldes” a su imagen y semejanza.
Aunque la prensa imperialista lo considera como un “asunto interno” de Rusia, los terroristas caucásicos forman parte del cinturón de hierro tendido por la OTAN en torno a las fronteras de Rusia. Podríamos decir más exactamente: a uno y otro lado de las fronteras de Rusia.
Es lo mismo que el muro de Berlín durante la guerra fría. Cuando algo está tan cerca de un país, en este caso Chechenia, no parece que tenga que ver más bien con otro tan lejano geográficamente como Estados Unidos, es decir, que sea un “asunto interno” de Estados Unidos más que de Rusia, pero el atentado de Boston de 15 de abril del año pasado, que ya nadie recuerda, ¿no fue cometido por los hermanos Tsarnaiev, originarios de Chechenia?
El imperialismo no tiene suficiente con las sanciones económicas. Es posible que la Casa Blanca no se haya dado cuenta aún de que fortalece a sus peores enemigos: el ascenso de Putin a la presidencia de la Federación Rusa tuvo que ver con el aplastamiento del levantamiento fundamentalista en Chechenia a finales de los noventa.
Según Kamens, el mensaje que Estados Unidos envía a Putin a través de sus terroristas es el siguiente: “Podemos golpear donde y cuando queramos, por lo que sería mejor que renuciaras a tus ambiciones geopolíticas y volvieras a tu cueva bajos los efectos de las sanciones y la cólera de occidente”.
En Chechenia el imperialismo está jugando con fuego y no saldrá adelante sólo con los dedos chamuscados. Si creen otra cosa se equivocan. Durante la segunda guerra de Chechenia, ya con Putin en la presidencia, los fundamentalistas que huían del avance de las tropas rusas se refugiaron en el valle de Pankisi, en Georgia, donde la CIA creó un campo para entrenar a los terroristas, envió grandes cantidades de dinero a través de las ONG, así como armamento cuyo destinatario oficial era el ejército georgiano.
Lo recordó Hyman Kamenowsky el año pasado en un artículo publicado por el periódico Georgian Times de Tiflis que se titulaba “Intereses compartidos en la guerra contra el terrorismo: de Beslán a Boston” (2). El ejército georgiano no recibió ni una sola arma procedente de Estados Unidos. Sus destinatarios no eran otros que los refugiados chechenos.
Durante 14 años el Georgian Times de Tiflis ha llevado a cabo una investigación minuciosa de las conexiones terroristas chechenas con la CIA, con nombres y apellidos. El esfuerzo periodístico no ha tenido ningún eco, como era de esperar. Los chechenos entrenados por la CIA en Pankisi fueron los autores tanto de la toma de cientos de rehenes en el teatro de Moscú (23 de octubre de 2002) como de la espantosa matanza de niños en la escuela de Beslán (3 de septiembre de 2004).
Cuando un periódico, como el Times georgiano, cumple con su obligación de informar, las consecuencias son duras. Su propietario, Malkhaz Gulashvili, ha sido detenido varias veces por orden de la embajada de Estados Unidos acusado de delitos que no existen.
El artículo de Kamens recuerda detalles interesantes que no hay que perder de vista: además de agente de la CIA, el comandante checheno Imran Ajmadov está a las órdenes de la mujer de Sandro Kvitaskhvili que, a pesar de ser georgiano, es ministro del gobierno golpista ucraniano.
¿Seremos capaces algún día de hilar todos los cabos sueltos de esta maraña? No es el único dato, ni mucho menos, que relaciona a los fundamentalistas chechenos con el golpe de Estado en Ucrania. Otro es la agencia Media PR, que se desplazó desde Maidan a Tiflis para ayudar al antiguo presidente Mijail Saakashvili, el niño bonito de la Casa Banca en Georgia, a recuperar su cargo.
A Putin se lo pusieron como a Fernando VII. Aprovechó el discurso a la nación para recordar la victoria de las tropas rusas en Chechenia frente a la peste terrorista. ¿No está el mundo entero deseando la derrota de los fundamentalistas? Pues Putin lo logró en Chechenia. Algunos se acordarán ahora del elevado precio que hubo que pagar, de los atroces medios utilizados, pero después de la experiencia vivida por los países árabes en los últimos 20 años, ese precio ya no parece tan elevado. Algunos lo pagarían muy a gusto.
(1) Henry Kamens, Latest Terrorist Attack in Russia Has All the Marks of ‘Made in USA’, New Eastern Otlook, 7 de diciembre, http://journal-neo.org/2014/12/07/latest-terrorist-attack-in-russia-has-all-the-marks-of-made-in-usa/
(2) http://www.geotimes.ge/archive/magazines/pdf/newpaper11.pdf