Lo que sabemos de Gladio en España

El 20 de noviembre de 1990 se publicaba en El País una entrevista al ex-presidente Calvo Sotelo sobre la Red Gladio donde afirmaba que «No tengo noticia de que existiera aquí nada parecido y, sin duda, la hubiera tenido si existiera.» Ese día se cumplía un año del asesinato del diputado de Herri Batasuna Josu Muguruza por parte de un comando fascista. Entre los acusados estaban el falangista Ricardo Sáenz de Ynestrillas (que fue absuelto en el juicio, era hijo del comandante implicado en la Operación Galaxia) y el policía nacional Ángel Duce que fue condenado a 99 años y murió en un extraño accidente de tráfico durante un permiso penitenciario.

El caso Gladio estallaba en Europa en 1990 (con la URSS descomponiéndose) a raíz de unas polémicas declaraciones del entonces presidente italiano Giulio Andreotti donde aseguraba que, tras la Segunda Guerra Mundial, se habían entrenado a comandos fascistas para atacar al Ejército Rojo en caso de una invasión de Europa. El Ejército Rojo no invadió Europa (algo que ni siquiera estaba entre sus planes). En cambio, lo que sí es cierto es que Gladio no se enfrentó en ningún momento al Ejército Rojo, sino a los partidos comunistas europeos, líderes sindicalistas, estudiantiles, etc.

España, caso aparte

La investigación más seria la ha realizado el suizo Daniele Ganser en su libro Los ejércitos secretos de la OTAN. La exhaustividad con la que investiga los casos de Italia, Francia, Alemania, Bélgica y el resto de la órbita europea choca con la realidad española, donde el autor no ha podido dedicar el mismo énfasis que en el resto de países. ¿España no tuvo su Gladio? ¿Fuimos un caso aparte?

En noviembre de 1990, se publicaba en el diario del P. Comunista belga una entrevista al ex-agente belga de Gladio André Moyen donde muestra su sorpresa por la falta de investigación en España, porque sabía que los servicios secretos españoles habían jugado “un rol central en el reclutamiento de agentes de Gladio”. Se remontaba a 1948 cuando fue enviado a Las Palmas de Gran Canaria para investigar un fraude sobre combustible entre Bélgica y el Congo (entonces, colonia belga). Esta red “había enriquecido a ciertas autoridades españolas muy bien colocadas, y descubrimos además un gran tráfico de drogas.”. Franco, al enterarse de esta red de tráfico de drogas y fraude, envía a dos agentes del Segundo Bis (la sección de contrainformación del Alto Estado Mayor): “Ellos eran hombres muy informados que me ayudaron enormemente. […] Hablamos de muchas cosas, y me mostraron que estaban muy al tanto de Gladio”. El cuartel de Gladio en Maspalomas (Las Palmas de Gran Canaria) fue también confirmado por el coronel italiano Alberto Volo que relató sus visitas en los años sesenta y setenta. En la misma localidad se encontraba una estación de SIGINT.

En la misma entrevista a Calvo Sotelo, el ex-presidente afirma que “el mismo gobierno era Gladio”. Cuando le preguntaron al que era su ministro de Defensa- Alberto Oliart- respondió «la pregunta era pueril, pues en España, Gladio era el gobierno mismo”. Afirmaciones que ahondan en la idea de que la democracia española eliminó al Gladio. Nada más lejos de la realidad.

Tal vez, la mejor definición de lo que fue el Gladio en España la da el jefe de los Guerrilleros de Cristo Rey Mariano Sánchez Covisa a una periodista de RTVE: “A la muerte de Franco, la Policía y el Ejército no tenían fuerzas para hacerse con el control de la situación. Así que nosotros nos dedicábamos a hacer aquello que la Policía no podía hacer. Si nos enterábamos de que iba a haber una reunión en una iglesia, llamábamos diciendo que habíamos puesto una bomba y la reunión no se hacía. Si nos enterábamos de que iba a haber una manifestación y la Policía no se podía encargar, aparecíamos nosotros para ayudar…” Es decir, Gladio es consustancial a la democracia española y, junto con Italia, tal vez sea el caso más flagrante y a la vez, el menos investigado.

La inteligencia española y los nazis exiliados en España

Tras la derrota de los nazis por los soviéticos en Berlín, el único país de Europa en el que sobrevivió el fascismo fue España. El “asunto España” por el que los soviéticos pidieron llevar a los tribunales de Nüremberg a los criminales de guerra españoles fue echado por tierra por británicos y estadounidenses. El miedo de los nazis a caer frente a un tribunal era tal que llegaban a situaciones desesperadas como el del nazi belga León Degrelle: aterrizando de emergencia en un avión Heinkel en la playa de la Concha (Donosti) tras atravesar la frontera francesa. España se convertía en un santuario espiritual para todos los nazis que huían.

El caso más famoso fue el del piloto de Hitler Otto Skorzeny que se refugió en España y pudo hacer no sólo una vida cómoda, sino que se convirtió en un personaje de la farándula además de acumular un patrimonio económico increíble con la construcción en la Costa del Sol. Skorzeny fue asesor de seguridad del espionaje español. Gracias a su posición gozó de todo tipo de prebendas.

Tras el golpe de Valerio Borghese (que también se exilió en España) de 1970 en Italia, el diario español Pueblo entrevista a Skorzeny en su lujosa casa del distrito Aravaca-Moncloa en la que afirma que “cada vez que el gobierno italiano tiene problemas, se acuerdan de mí”. Según el investigador Daniel Ganser, el mercenario italiano Stefano Delle Chiaie llega a España de la mano de Skorzeny. Delle Chiaie fue protegido del SECED (el primer servicio de inteligencia español) creado por Carrero Blanco.

Todas las investigaciones al respecto parecen coincidir en un punto: las primeras acciones de “inteligencia” en España se dan a finales de los años 60 y comienzos de los 70. ¿Los objetivos? El movimiento armado vasco (ETA) y el naciente movimiento estudiantil en Madrid y Barcelona. De acuerdo con el investigador italiano de Gladio Pietro Cedomi, el SECED estableció contactos con el Gladio español para aplastar estas protestas estudiantes. Es decir, los pistoleros salían de las organizaciones fascistas que la inteligencia española protegía y alimentaba.

Aparecen los primeros aparatos “antisubversivos” como la Organización “CONDE” (llamada así por el apelativo que se le ponía al comandante José San Martín, quien organizó la infiltración en las organizaciones estudiantiles y de izquierdas y quien además fue uno de los organizadores del golpe del 23-F), después la Organización Contrasubersiva Nacional que derivó en el SECED, luego el CESID y, por último, el actual CNI.

De la mano de estas organizaciones nacerían los Guerrilleros de Cristo Rey del mercenario Sánchez-Covisa (con profundas relaciones con los mercenarios italianos afincados en Madrid), Fuerza Nueva de Blas Piñar (de donde salió otra gran camada de mercenarios), Defensa Universitaria, etc.

Los servicios de inteligencia españoles nacen de la represión a los antifascistas.

 

Fuente

Daniel Ganser. Los ejércitos secretos de la OTAN.

Alfredo Grimaldos. La CIA en España.

Mariano Sánchez-Soler. Los hijos del 20-N.

Juan María de Peñaranda. Los servicios secretos de Carrero.

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