Se trata de los bancos estadounidenses más grandes, esos que tienen tales dimensiones que los Estados no les pueden dejar que quiebren. Su nueva norma está importada de los bancos europeos: llévate tu dinero a otro sitio. Según el Wall Street Journal (*) entre ellos están JP Morgan, City Group, HSBC, Deutsche Bank y el Bank of America.
Los clientes son preferentes: multinacionales, fondos de invesiones, aseguradoras y bancos menores. A partir del día 1 de enero deberán pagar por dejar enormes cantidades de dinero en cuentas corrientes o depósitos a la vista. En tiempos de crisis este tipo de ingresos son un riesgo adicional para los bancos: son los primeros que desaparecen en cuanto los rumores empiezan a circular.
Se trata de que el dinero que duerme en los bancos vaya a parar a los mercados, a la bolsa, o bien se transforme en capital productivo.
¿Por qué se está produciendo este fenómeno? Porque la crisis del capitalismo, como dijo Marx, es una crisis de superproducción, de excedentes que no encuentran salida, lo cual no sólo ocurre con las mercancías sino también con los propios capitales.
Ellen Brown dice que la burbuja de derivados, que alcanza cifras astronómicas que se sitúan entre los 800 billones y los 2 cuatrillones, está a punto de explotar y se llevará por delante a los bancos más pequeños, dejando sólo a aquellos a los que los gobiernos no pueden dejar quebrar a causa de su tamaño. La bancarrota de los bancos más pequeños se sustanciará capturando los ahorros de los incautos que aún guardan sus ahorros en libretas, cuentas corrientes y depósitos parecidos.
Esta crisis no se caracteriza tanto por la escasez como por lo que Marx llamaba «plétora», por la exhuberancia y el derroche. La opulencia de unos pocos choca con la miseria de la mayoría. Los bancos, decía Marx, son «uno de los vehículos más eficaces de las crisis y la especulación»(2).
(2) El Capital, Fondo de Cultura Económica, tomo III, pg.567.