La Comisión de Igualdad y Derechos Humanos de Reino Unido ha advertido que la técnica de reconocimiento facial en vivo (LFR, Live Facial Recognition) utilizado por la policía es ilegal, ya que no respeta los derechos humanos.
La Comisión es un organismo público independiente encargado de promover y hacer cumplir las leyes de igualdad y derechos humanos en Reino Unido.
El reconocimiento facial captura los rostros de las personas por medio de cámaras CCTV (circuito cerrado de televisión) en tiempo real. La técnica permite a la policía introducirse masivamente en la intimidad de las personas, pudiendo provocar alertas falsas y con un impacto desproporcionado sobre los negros.
Los portavoces oficiales de la policía prometen el oro y el moro. Aseguran que en lo sucesivo los errores actuales no se repetirán, pero lo único cierto es que hacen lo que les da la gana. La vigilancia es aleatoria, masiva e indiscriminada.
En julio la ministra del Interior, Yvette Cooper, defendió los planes de expandir el reconocimiento facial por todo el país. Ahora esta técnica se usará en Londres hasta 10 veces por semana en cinco días, frente a las cuatro veces a la semana actuales a lo largo de dos días.
La proliferación del reconocimiento facial en vivo, sin ninguna legislación que regule su uso, es una de las preocupaciones más apremiantes en Reino Unido hoy en día. Convierte los rostros en códigos de barras y trata a la sociedad como sospechosos.
La Comisión denuncia la falta de normas claras que regulen cuándo y cómo se puede usar esta técnica y el posible efecto intimidatorio sobre la libertad de expresión o de reunión, sobre todo cuando se utiliza en las manifestaciones y protestas, como es habitual. Este año la policía ha realizado reconocimientos faciales en vivo incluso en el Carnaval de Notting Hill durante el fin de semana festivo del mes de agosto.
‘La cara es el espejo del alma’

En febrero del año pasado un reconocimiento facial de la policía identificó a Shaun Thompson, como un criminal en busca y captura. Fue retenido durante 20 minutos en la estación de London Bridge.
Thompson ni era un criminal ni estaba buscado. La policía y el algoritmo se equivocaron. Es un educador de calle de 38 años, pero es negro. Su aspecto es de esos que la policía persigue con ahínco por los barrios de cualquier capital europea. El objetivo es detenerlos a todos poco a poco y pedirles los papeles porque “la cara es el espejo del alma”. Seguro que quien sale a la calle con ese aspecto, algo malo ha hecho.
En realidad, ocurre al revés, porque los que hacen algo malo son siempre los policías. Este verano, por primera vez, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado a Francia por un control de identidad discriminatorio de la policía. La decisión ha reavivado el debate sobre las prácticas represivas de la policía y la lucha contra la discriminación racial.
La policía retuvo a Karim Touil en octubre de 2023 durante una manifestación en Angulema. El Tribunal dictaminó que se trataba de un control de identidad discriminatorio realizado por la policía francesa por motivos raciales.
Touil lo denunció porque estaba harto. En 2011 se había tenido que someter a tres controles de identidad en un plazo de diez días. En su sentencia, el Tribunal de Estrasburgo señaló que la policía no presentó ninguna justificación para que Touil padeciera ninguno de los controles de identidad.
En el caso de Touil, dice la sentencia, existe “una presunción de trato discriminatorio en su contra, que el gobierno [francés] no ha refutado”. Por lo tanto, la policía había violado el artículo 14 del Convenio Europeo de Derechos Humanos, relativo a la prohibición de la discriminación, en relación con el artículo 8 que protege la vida privada y familiar.
Francia debe indemnizar a Touil con 3.000 euros por “daños morales” porque en Europa la moral se cotiza muy barata.
Si los detienes a todos siempre aciertas con alguno
La denuncia de Touil se sumó a las de otros cinco porque las prácticas racistas son sistemáticas dentro de las policías europeas. La proporción de personas sometidas a controles de identidad aumentó significativamente en Francia entre 2016 y 2024, según una encuesta de la Defensora de los Derechos Humanos, en la que entrevistó a 5.030 personas.
El año pasado el 26 por cien de los encuestados declaró haber sido interpelado por la policía al menos una vez en los últimos cinco años, en comparación con el 16 por cien en 2016. La encuesta revela que los jóvenes percibidos como árabes, negros o magrebíes tienen cuatro veces más probabilidades de ser sometidos a al menos un control de identidad que el resto de la población y 12 veces más probabilidades de ser sometidos a un control más exhaustivo, como un cacheo corporal.
Más de la mitad de los encuestados declaró que la policía no les había dado ninguna explicación de los motivos de su retención y el 19 por cien de ellos denunció un comportamiento inapropiado por parte de los policías durante el control de identidad, como insultos, provocaciones y malos tratos.
A la luz de aquellos resultados, la Defensora de los Derechos Humanos, Claire Hedon, propuso varias recomendaciones, entre ellas la trazabilidad de los controles de identidad para que las personas interpeladas tengan la oportunidad de obtener alguna reparación, especialmente en caso de denuncia por discriminación racial.
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