Como cualquier infraestructura energética, la nuclear no es inmune a la política de bloques y las estrategias internacionales. Junto a las cuestiones económicas, las alianzas influyen en las decisiones.
Al comienzo de la Guerra de Ucrania, Estados Unidos se mostró reacio a imponer sanciones a Rosatom por su dependencia de las importaciones de combustible nuclear ruso. Durante muchos años, tras el colapso de la URSS, gran parte de la energía estadounidense procedía del desarme ruso, asegura el Washington Post (*).
Tras el final de la Guerra Fría, los dirigentes de Estados Unidos y Rusia acordaron que Rusia desmantelaría algunas de sus armas nucleares y las enviaría a Estados Unidos para su reutilización en reactores civiles. El programa “megatón a megavatio” duró 20 años y finalizó en 2013. “Hasta el 10 por cien de la electricidad estadounidense procedía de combustible fabricado con ojivas rusas”, reconoce el Washington Post.
La nueva ronda de sanciones pretende acabar con la dependencia de Estados Unidos de Rusia en este mercado.
En 2007 Putin reorganizó la industria nuclear rusa en una sola empresa, Rosatom, con una plantilla de 300.000 trabajadores. El objetivo es doble: alcanzar una cuota del 45 por cien de energía nuclear en la producción eléctrica para 2050 y, sobre todo, crear un gigantesco monopolio orientado a la exportación.
Rosatom compite con los monopolios estadounidenses. Es el principal actor en la producción mundial de combustible. Uno de cada seis reactores del mundo utiliza elementos combustibles de origen ruso.
También es el primer exportador mundial de centrales nucleares. Como en Akkuyu (Turquía), el monopolio ruso financia la instalación de reactores de una manera singular: la construye, se convierte en propietario y la explota, amortizando la inversión con la venta de electricidad.
En total, hay casi 450 reactores nucleares en funcionamiento en el mundo, repartidos en una treintena de países. Producen el 10 por cien de la electricidad mundial. Sin embargo, una vez que los reactores han obtenido la etiqueta verde, una de las áreas de negocio es la construcción de nuevas centrales de última generación. Rosatom ha anunciado oficialmente que vende centrales nucleares de baja potencia en versiones terrestres y flotantes basadas en los últimos reactores de la serie RITM con capacidades de 106 y 100 MW.
(*) https://www.washingtonpost.com/business/2023/01/21/uranium-imports-russia-nuclear/