Es una decisión inédita en Suiza. Para justificarla, el pretexto es el mismo y no se agota nunca: brotes, rebrotes, repuntes…
Cientos de eventos culturales y deportivos también se han visto eliminados, como el Festival de Paleo, el Festival de Jazz de Montreux, los Open Airs de St. Gallen, Frauenfeld y Gurten.
El 27 de febrero Virginie Masserey, miembro de la Oficina Federal de Salud Pública, reconoció que “aún no se puede hablar de epidemia en Suiza”, pero las medidas represivas contribuirían a frenar la propagación del virus.
El primer caso de coronavirus en Suiza no apareció hasta mediados del mes de marzo, pero para entonces ya se habían eliminado hasta los carnavales de febrero, es decir, que la represión aparece antes que el pretexto omnipresente.
Las medidas represivas, que al principio eran temporales y se justificaban por el “peligro”, ya se han convertido en permanentes y no se preocupan en buscar nuevos pretextos para justificarse a sí mismos.
Poco antes de la pandemia, las manifestaciones contra la Cumbre de Davos también se prohibieron porque “había nevado mucho”.
Los pretextos del gobierno convencen a muy pocos porque las escuelas no se han cerrado y los cuarteles del ejército también han seguido abiertos y con las tropas hacinadas.
En pleno centro de Europa, la pandemia es, cada vez con más claridad, la típica ley marcial que se impone después de un Golpe de Estado Militar. Cuando se han eliminado de un plumazo todos los derechos fundamentales, a nadie le puede sorprender que el de manifestación sea uno de ellos.
(*) https://www.nzz.ch/schweiz/allfaellige-verlaengerung-des-veranstaltungsverbots-bis-maerz-2021-ld.1568829