La guerra de guerrillas tiene una serie de características muy singulares. Es una guerra asimétrica en la que una fuerza pequeña se enfrenta a otra mayor e intenta vencerla apoyándose en la población civil.
También se caracteriza por una estrategia defensiva, que se combina con una táctica ofensiva basada en la sorpresa y la emboscada. Los guerrilleros atacan y huyen del escenario inmediatamente después. Es un combate de infantería en su más pura expresión, cercano y directo: cuerpo a cuerpo.
En Oriente Medio el escenario es una ciudad, e incluso un pequeño barrio capaz de igualar la mayor potencia de fuego del adversario. Pero la ciudad no es un territorio a defender sino, más bien, un arma destinada a aniquilar a las tropas enemigas. Las madrigueras de Faluya son el modelo para los túneles de Gaza, donde la transformación de la ciudad en una trampa se puede implementar a gran escala.
A finales de octubre el general estadounidense James Glynn, que luchó en Faluya en 2004, viajó a Israel para aportar su experiencia. La batalla de Faluya fue una lección para los ejércitos convencionales sometidos a una guerra de guerrillas urbana, como lo demuestra la creación del campo de entrenamiento de combate urbano israelí en Badalia, una réplica perfecta de una ciudad árabe diseñada en 2005 en medio del desierto de Negev con la ayuda del ejército estadounidense.
El manual de guerrilla urbana incautado por los israelíes a Hamas en 2014 en Gaza durante la Operación Muro Protector, incluye tácticas aprendidas por los palestinos en Irak. Faluya sigue siendo el laboratorio que ha permitido renovar las estrategias de los grupos guerrilleros en las zonas urbanas, lo que influirá en las tácticas que utilizarán los palestinos contra las tropas israelíes.
El paralelo entre Gaza y Faluya es obvio ya que los dos enfrentamientos presentan a un ejército convencional moderno enfrentado al desafío de ocupar un entorno urbano controlado por una fuerza insurgente.
El combate casa por casa
El coronel James Rainey, comandante de una de las unidades que participaron el ataque contra Faluya, ha explicado así su experiencia: “La estrategia básica del enemigo era establecer bolsas de tres o cuatro hombres en los edificios y esperar a que entremos en ellos para privarnos de cualquier ventaja que tuviéramos sobre ellos”.
El abandono de las vías de circulación y de los espacios abiertos de la ciudad al ejército estadounidense se explica por la necesidad de los irakíes de reducir la diferencia entre su limitado poder de fuego y el de su oponente, que es muy superior. Al mantener la lucha en un área pequeña, los insurgentes impiden el apoyo blindado de las tropas estadounidenses.
La reducción del campo de batalla también protege al insurgente contra la aviación (cazas y helicópteros) e impide a los estadounidenses observar al enemigo a través de sus satélites y drones (“omnisciencia cenital”). La ofensiva sobre Faluya en noviembre siguió a un asedio aéreo que comenzó tras la retirada de las tropas estadounidenses de la ciudad en abril.
Es lo que está ocurriendo ahora en Gaza, donde los bombardeos aéreos son incesantes. Durante el asedio aéreo de Faluya, los aviones estadounidenses atacaron sistemáticamente las posiciones insurgentes visibles desde el cielo aprovechando las calles principales de la ciudad. Igual que ahora, la campaña de bombardeos estuvo acompañada de un éxodo masivo de la población civil. Tanto las calles como las viviendas quedan desiertas.
La vigilancia cenital del ejército estadounidense, la regularidad de los ataques aéreos y la potencia del apoyo blindado persuadieron a los insurgentes irakíes a abandonar sus posiciones fortificadas pero expuestas situadas al noreste de la ciudad, en particular en el distrito de Askari, para retirarse al interior. No podían luchar en las principales arterias de la ciudad y además, perdieron su movilidad. Los irakíes se vieron obligados a combatir en espacios muy reducidos.
También en Gaza el ejército israelí avanza en los espacios más abiertos, como ya explicamos en otra entrada. Incluso es capaz de penetrar en ciertas zonas urbanas con el apoyo de los blindados que se desplazan por las principales arterias, en particular a lo largo de la carretera Salaheddin y la N10. Los palestinos se retiran en esas áreas para concentrarse en las zonas más cerradas de la ciudad.
En Faluya, la mayoría de las zonas de exterminio establecidas por los defensores estaban ubicadas en el barrio de Jolan, que presentaba varias ventajas para los insurgentes: aislamiento, una mayor densidad de edificios y calles extremadamente estrechas.
Al igual que en Faluya en 2004, los combates urbanos en Gaza podrían limitarse a los callejones y los barrios más hacinados, donde los blindados no pueden entrar y los tiros indirectos (artillería, aviones) son casi imposibles.
Las ratoneras de Faluya
Los irakíes transformaron las viviendas en verdaderas ratoneras. Primero, taparon puertas y ventanas secundarias para obligar a las tropas estadounidenses a entrar a la casa por el acceso principal. Luego perforaron aberturas para crear ángulos de disparo dentro de la casa, a menudo enfocados hacia la entrada del edificio y el salón principal.
Las ratoneras se abrian y luego se cerraban para aislar completamente a los soldados estadounidenses, sin posibilidad de escapar ni de conseguir refuerzos. En la emboscada quedaban expuestos al fuego cercano y directo de la resistencia.
Además de ratoneras, los insurgentes contaban con las redes de túneles que les permitían pasar de una vivienda a otra. Una vez que el ejército estadounidense “limpiaba” el edificio y lo abandonaba, los insurgentes volvían a él o se posicionaban a su espalda.
Buen artículo. Le falta un detalle pienso. El poder de fuego de la Resistencia, ya no es sólo el kalashnikov, considero que le da a la Resistencia un salto cualitativo en ese aspecto.