Las elecciones presidenciales no son cuestión de votos sino de dinero

Las elecciones presidenciales y legislativas de Estados Unidos son un lujo muy caro: cuestan 16.000 millones de dólares. Son las más caras de la historia.

Las votaciones casi siempre las gana el candidato que invierte más dinero y mejor. Por lo tanto, quien tiene los donantes más generosos. Son padrinos que en lugar de especular en bolsa con acciones, especulan en elecciones con candidatos.

A principios de este año la Comisión Federal Electoral levantó una antigua prohibición de que los candidatos se coordinaran con colectivos, como los super PAC, que pueden gastar fondos ilimitados en las elecciones.

Los super PAC (Comités de Acción Política) son organizaciones que recaudan y gastan cantidades ilimitadas de dinero para apoyar u oponerse a los candidatos, pero hasta ahora no se podían coordinar directamente con sus campañas electorales. Fueron creados tras la sentencia del Tribunal Supremo en el caso “Citizens United v. FEC” en 2010, que permitió a las empresas gastar dinero en las campañas electorales.

Pueden recibir contribuciones de individuos y empresas, lo que les permite acumular grandes sumas de dinero. Sin embargo, deben informar públicamente sobre sus donantes y sus gastos. Esto ha llevado a un aumento significativo en el gasto de las campañas electorales, ya que los super PAC pueden influir en las elecciones a través de publicidad y otras formas de promoción.

Los donantes de fondos son como una mochila cargada de piedras que el vencedor tiene que arrastrar a lo largo de su mandato por la Casa Blanca. La razón es muy simple: en una sociedad capitalista nada es gratis y los padrinos quieren recuperar su inversión.

En la actual carrera hacia la Casa Blanca, los grandes monopolios enfrentan dos futuros financieros diferentes, separados por la friolera de 250.000 millones de dólares al año. El monto potencial se debe a las políticas fiscales divergentes de ambos candidatos.

Kamala Harris promete revertir parcialmente el enorme recorte del impuesto de sociedades de Trump, mientras que éste dice que lo reducirá aún más.

La cifra de 250.000 millones de dólares se basa en estimaciones del banco Goldman Sachs, según el cual la propuesta de Trump de reducir el impuesto de sociedades del 21 al 15 por cien agregaría un 4 por cien a las ganancias del índice bursátil S&P 500.

El plan de Harris de elevarlo al 28 por cien recortaría los beneficios en un 5 por cien, según Goldman Sachs, y sus otras propuestas sobre el impuesto de sociedades recortarían otro 3 por cien.

El dinero nunca ha sido más cuantioso ni más audaz que en las elecciones presidenciales de este año, reconoce la agencia Bloomberg, y “no controlarlo podría fortalecer aún más la ya abrumadora influencia de los multimillonaros sobre el sistema político”.

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