De esa manera los precios de la atención médica y los medicamentos aumentarían, la carga fiscal del sistema sanitario también aumentaría y se abrirían las puertas a su privatización.
Ante la filtración, en lugar de ir al fondo del asunto, los medios lanzaron la cortina de humo de que quien había difundido el informe era Rusia. Ni siquiera se preocuparon de poner en duda la veracidad del informe, que es lo interesante.
La injerencia rusa se convierte así, otra vez, en una campaña dirigida contra el Partido Laborista, convirtiendo a las elecciones, lo mismo que en Bolivia, en un lodazal de mentiras, embustes, fraudes y manipulaciones.
Obligado a reaccionar, la semana pasada Corbyn dijo lo obvio: que el informe prueba que Boris Johnson quiere privatizar el servicio público de salud como parte de sus negociaciones comerciales con Estados Unidos.
La intoxicación procede del Consejo Atlántico, un grupo que elabora todo ese tipo de campañas que luego los medios airean como si procedieran “de fuentes bien informadas”. Para sus manejos ha contado con Graphika, una empresa de análisis de las redes sociales, a la que ya hemos mencionado hace poco.
Según Graphika, la forma en que se filtraron los documentos en línea “se parece” a otra operación rusa llamada Infección Secundaria o, en otras palabras, que no hay absolutamente ninguna prueba de que los documentos del NHS sean falsos ni tampoco la hay de que el informe haya sido filtrado a Corbyn por Rusia.
El sitio web de Graphika no oculta su asociación con el Pentágono. Uno de sus “expertos” es Ben Nimmo, a quien -con mucho morro- el Telegraph califica como “investigador independiente”. Pero vean: Nimmo es un antiguo portavoz de la OTAN que trabaja en el Institute for Statecraft / Integrity Initiative (del que también hemos hablado aquí), dedicado a orquestar campañas de propaganda contra Rusia por cuenta del Foreign Office y el MI6.
Otro “experto” del Consejo Atlántico, Graham Brookie, confirmó a Reuters que la filtración procedía de un país extranjero, pero Reuters no cuenta a sus lectores que Brookie forma parte del equipo de relaciones públicas de la OTAN y que está financiado por los fabricantes de armas estadounidenses y británicos, incluyendo Lockheed Martin, Boeing y Raytheon.
A tipejos de esa calaña la prensa británica los califica como “expertos independientes” para vender sus titulares.
El truco es viejo y el partido demócrata ya lo utilizó en 2016 para poner a Hillary Clinton por delante de Bernie Sanders, tapando luego el asunto con la historieta de la injerencia rusa en los servidores informáticos.
Al final nadie se acuerda de la guera sucia interna dentro del partido y sólo quedan en pie los sinestros planes del Kremlin para apoderarse del mundo, incluida Catalunya.
En Gran Bretaña ocurrirá lo mismo; en las elecciones nadie hablará del plan para privatizar la sanidad pública.
(*) Descargar el informe sobre el acuerdo de Gran Bretaña con Estados Unidos para privatizar la sanidad pública:
https://www.scribd.com/document/437150031/OFFICIAL-SENSITIVE-Fifth-UK-US-Trade-and-Investment-Working-Group-Full-Readout