Las contradicciones imperialistas en el Extremo Oriente (y 3)

Andrew Korybko

Tailandia pudiera intentar acercarse públicamente hacia Estados Unidos tanto tiempo como sea posible, a fin de desviar una parte de la hostilidad que muchos muestran a Washington, desde que el golpe de Estado multipolar expulsara a los dirigentes pronorteamericanos y el país se haya orientado ampliamente hacia China. Es probable que Bangkok no tenga la sincera intención de unirse al TPP, al menos en este estadio. Esto pondría en peligro la asociación estratégica que ha desarrollado rápidamente con Pekín en el transcurso del último año y medio (asunto que se abordará más adelante), pero la situación en Indonesia es mucho más simple. En opinión de la mayoría de los observadores, Occidente ha emprendido un mini encierro de todo tipo contra el país, a fin de presionar a sus dirigentes para tomar decisiones a favor de la unipolaridad en el momento oportuno. Widodo es reconocido como favorable al Oeste, pero es dirigente de una de las mayores economías del mundo y tiene un papel difícil que desempeñar conteniendo a China (tal y como la ve el dirigente indonesio) por una parte, evitando someterse totalmente a la supremacía de Estados Unidos y convertirse en su nuevo Estado títere.

Desgraciadamente, sin embargo, parece que Indonesia está en camino de utilizar su papel de líder económico en la AEC para desviar al resto de la organización, favoreciendo su inclinación en la servidumbre unipolar. Si Yakarta se compromete con el TPP, es previsible que esto será el factor decisivo para saber si el resto del AEC acepta la oferta comercial desfavorable de Estados Unidos en detrimento de la mejora de sus relaciones con la Unión Euroasiática. De hecho, la puesta en marcha del TPP podría incluso llevar a la eventual anulación de los ALE de la ASEAN con China, dando así un doble golpe a la influencia institucional del mundo multipolar en el Asia del sudeste.

Apenas se han conocido detalles sobre el TPP (por la fuga de un texto de alrededor de dos millones de palabras, que lo hace casi imposible de leer por una sola persona para comprenderlo bien) que ha quedado claro que los ajustes jurídicos preferenciales a respetar, recetados a cada parte, no son más que una cortina de humo para permitir a las grandes empresas conseguir derechos políticos decisivos. Una de las controversias sobre esto es que las empresas podrían litigar contra los gobiernos nacionales, si los Estados promulgaran leyes destinadas respetar “el ambiente, la salud u otros objetivos reglamentarios” que perjudicaran los beneficios comerciales legalmente reflejados en dicha organización, o pusieran en peligro sus beneficios (no siendo necesario que se produzca una bajada real, bastando la simple amenaza).

Recordando que Vietnam ya participa en una ALE con la Unión Euroasiática, y que todos los países de la ASEAN tienen un similar acuerdo con China, ciertamente es posible que Estados Unidos encuentren un pretexto en cada uno de esos acuerdos para hacer ver que violan el TPP, y por tanto deben ser modificados o abandonados sin mas. Ni no consiguen resolver el problema en el lapso de tiempo dado, entonces las empresas norteamericanas demandarán a cada uno de los Estados en nombre de Washington, para aplicarles un reglamento punitivo o/y obligarles a realizar los cambios dictados. Japón, aliado de Estados Unidos, puede igualmente llevar a una parte de sus grandes empresas a lo mismo en el marco de un movimiento coordinado para maximizar el daño económico legal causado al Estado víctima.

Los objetivos hegemónicos de Estados Unidos en Asia

Por extremo que parezca este escenario en el momento actual, se corresponde perfectamente con los objetivos estratégicos de Estados Unidos de empujar la influencia de las grandes potencias multipolares fuera de Asia y del sudeste, y atesorar el potencial económico de la región solo para ellos.

Esto tiene también fundamentos geoestratégicos muy específicos, que se describirán en el párrafo siguiente, dando así otra motivación a Estados Unidos para avanzar en esta dirección. Aunque Washington quiera llevar a cabo esta estrategia, no es seguro que se vea coronada con el éxito. Siempre hay una posibilidad muy real de parar este plan, antes incluso de que llegue a madurar.

El mayor obstáculo a los sueños de dominación de Estados Unidos sobre el Asia del sudeste mediante el TPP es el proyecto chino de Ruta de la Seda para la ASEAN, línea ferroviaria de alta velocidad que uniría Kunming con Singapur, atravesando Laos, Tailandia, Malasia y Singapur. Los dos primeros países de tránsito tienen mucho que ganar en este proyecto. Debieran permanecer fieles a la conservación de un ALE de China con la ASEAN, en el caso en que la AEC intente revisarlo (tal vez bajo iniciativa indonesia influenciada por el TPP).

Está también el corredor del oleoducto China-Myanmar lanzado a principios de 2015 para transferir el petróleo de Medio Oriente y su gas hacia la provincia de Yunan, a través de una vía geoestratégica más segura que el estrecho de Malaca, con potencial de evolucionar hacia un corredor comercial a gran escala. Esto da a Naypydaw (la capital de Birmania) interés en preservar el status quo de su ALE institucional con China, aunque esto pudiera variar con el papel acrecentado de Aung San Suu Kyi sobre el Estado. Camboya es también un aliado cercano de China en la actualidad. No está institucionalmente ligado a grandes proyectos de infraestructura, lo que significa que podría venderse al mejor postor y no es fundamentalmente fiable.

Por consiguiente los socios más fiables de que dispone China para defender sus intereses económicos en la AEC son Laos y Tailandia.

Es previsible que los principales dirigentes de estos dos Estados ya han decidido de forma consciente unirse económicamente de manera más estrecha a China, participando en el proyecto de la Ruta de la Seda hacia la ASEAN. Por este motivo tienen interés en asegurar que sus homólogos de la AEC, adheridos al TPP, no impongan las condiciones comerciales unipolares al resto del bloque y/o no obliguen a los demás a restringir sus lazos económicos con China (desde luego que a instancias de Estados Unidos). Una escisión en el seno de la organización podría fácilmente producirse, al oponerse los Estados afiliados al TPP a los no alineados, ya que la AEC lucha por racionalizar sus compromisos económicos institucionales en su búsqueda de una coordinación y de una integración mayor entre sus miembros.

Los previsibles roces llevarían a un impasse que bloquearía toda revisión institucional política (o expansión con el TPP) en el seno de la AEC, impidiendo de esa forma a Estados Unidos alcanzar totalmente sus objetivos unipolares en este escenario. Por consiguiente, en razón de la posición de Laos, Tailandia y, en cierta medida, de Myanmar, las relaciones económicas de alto valor estratégico con China (formando parte los dos primeros de la Ruta de la Seda de la ASEAN, y el último albergue del Corredor del Oleoducto China-Myanmar) se encuentran en el camino de Estados Unidos y su dominación unipolar en todos los aspectos sobre la ASEAN, estos tres Estados son objetivos válidos para una guerra híbrida en el futuro.

La guerra económica


La guerra económica llevada a cabo por partes interpuestas entre el campo unipolar y el multipolar respecto a la ASEAN tiene una inmensa importancia en términos de impacto global. Para apreciar realmente como está relacionada con el resto del mundo, es esencial recordar al lector algunos elementos de la gran estrategia estadounidense contemporánea.

Estados Unidos han acumulado ganancias desde el fin de la guerra fría, exportando sus prácticas económicas neoliberales al resto del mundo, con la intención última de encerrar a Rusia, China y en una menor medida (siempre relevante en la actualidad) Irán, en una red de instituciones controladas por Washington, fuera de la cual no hay posibilidad de escapatoria. Han necesitado cierto tiempo para avanzar, pero en este momento los Estados Unidos no cesan de marchar a toda velocidad hacia delante, uniendo las cuatro esquinas de Eurasia en su matriz de control, encerrando en la práctica a estas tres grandes potencias a fin de hacerles, de una manera desproporcionada, dependientes de un centro de gravedad económica estratégica común.

Si el TTIP/TAFTA entrara en vigor, colocaría las relaciones económicas exteriores de la Unión Europea bajo el control de Estados Unidos, lo que significa que Bruselas se vería impotente para firmar un ALE o similar acuerdo privilegiado con otros países sin la bendición explícita de Estados Unidos. Respecto a Medio Oriente, Estados Unidos y el CCG trabajan en la intensificación de sus relaciones económicas para preparar un eventual ALE.

Esto no es muy importante en estos momento, debido a la dependencia desequilibrada de las economías del Golfo respecto a la venta de energía; pero un deberán hacer una transición hacia una economía más normal, basada en el comercio de mercancías. En ese momento, su situación financiera y las enormes reservas de sus ahorros serán orientadas a la compra de productos estadounidenses y de cualquier otro país susceptible de formar parte de un ALE con ellos en ese momento. El siguiente objetivo sobre el que se concentrarán Estados Unidos es la ASEAN, que se ha descrito en detalle. La última parte de la estrategia supra continental es Corea del Sur y Japón. Estados Unidos ya tienen un ALE con Corea, y tienen intención de utilizar el TPP para crear el mismo acuerdo con Japón.

Puesto todo en conjunto, se puede ver claramente que la mayoría de los puntos clave en Eurasia están cubiertos por los planes de ALE de Estados Unidos. Si consideramos los planes de Estados Unidos en esta perspectiva, la Unión Europea representaría la Eurasia del Oeste, el CCG es la Eurasia del Sudoeste, la ASEAN sería la Eurasia del Sudeste, y Corea del Sur y Japón, la Eurasia del Norte. El único enlace que falta es Eurasia del Sur, principalmente India, que se ve cortejada por Estados Unidos, aunque estén lejos de llegar a alcanzar un ALE. Sin embargo, si los TTIP/TAFTA y TPP tienen que entrar en vigor, es solo cuestión de tiempo antes de que se haga una oferta irresistible a Nueva Delhi para acariciar a India, integrándola en ese tejido económico unipolar. Aun sin una incorporación formal en el régimen neoliberal global de Estados Unidos, ya se ha dicho que India quedaría probablemente fuera del GEFTA por motivos de las preocupaciones por su soberanía estratégica respecto a sus vecinos y a su rivalidad con China. En ese caso, China e Irán deberían compartir el mismo espacio económico estratégico en Asia central, una de las últimas zonas del continente que quedan fuera del control institucional formal de Estados Unidos. Esto haría de Asia central el centro de gravedad multipolar incontestable entre estas tres grandes potencias, pero, a la inversa, la haría especialmente vulnerable a las guerras híbridas prefabricadas estadounidenses.

A fin de evitar una superdependencia de “3 a 1” en Asia central, es imperativo y urgente que el mundo multipolar mantenga y defienda sus logros en la AEC. De ahí la importancia de la lucha contra el TPP y los esfuerzos de China a través de la Ruta de la Seda de la ASEAN y el oleoducto China-Myanmar. Una retirada de estos frentes y la cesión del Asia del Sudeste a los zarpazos unipolares de Estados Unidos crearían una situación estratégica peligrosa para China y, por extensión, para las otras grandes potencias multipolares, teniendo como resultado la progresión de las agendas yanquis en el anclaje de sus intereses económicos en Asia central.

China también ha definido muy claramente sus intereses geoestratégicos en el mantenimiento de su influencia en la ASEAN (al menos en su componente continental), a fin de poner final a la política de confinamiento chino por Estados Unidos. (CCC) y mantener accesos al Océano Indico no controlados por los americanos, permitiéndole acceder con toda seguridad a los mercados africanos en pleno apogeo, del que depende su futuro crecimiento.

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