Para intimidar, Estados Unidos ha trasladado a dos portaviones al Mediterráneo oriental, pero su intervención en la guerra podría ser otro tiro que le salga por la culata, lo mismo que en Ucrania. Algunos de los miembros de la OPEP, los países árabes, y desde luego Irán, podrían imponer un embargo petrolero en su contra, que se extendería también a Europa.
El embargo se sumaría al de Rusia y los precios mundiales del petróleo y el gas licuado se dispararían hasta alcanzar niveles sin precedentes históricos.
Después del cierre de la mayoría de los gasoductos que transportan gas ruso a Europa, el continente dependió del mercado mundial de gas licuado para llenar el vacío. Europa depende de fuentes estadounidenses y de Oriente Medio para sus suministros de gas.
Alemania acaba de firmar un contrato con Oman LNG para el suministro de gas a través del Estrecho de Ormuz. También firmó un acuerdo con la empresa estadounidense Venture Global para el suministro de gas licuado, lo que la convierte en el mayor proveedor de Alemania. Sin embargo, VG ni siquiera ha comenzado a construir la instalación desde la que va a suministrar el gas.
Estados Unidos envió poco más de la mitad de la demanda de gas licuado de Europa durante el año pasado, y Rusia y Oriente Medio suministraron alrededor del 30 por cien. Si se cortaran las dos últimas fuentes o se redujera su suministro, es poco probable que Estados Unidos u otras fuentes pudieran llenar el vacío, ya que el mercado mundial de gas licuado está desabastecido.
La combinación de un corte de gas en Oriente Medio (y en Rusia) podría crear condiciones devastadoras para el mercado europeo del gas. La guerra palestino-israelí puede descarrilar todos los planes de seguridad energética que se aprobaron el año pasado en Europa.
Las economías europeas, y la alemana en particular, ya están hundidas en la recesión. El regreso de una crisis energética asestaría un golpe fatal y sacudiría su sector bancario.
El resurgimiento de las presiones inflacionarias obligaría a los bancos centrales a realizar otra ronda de aumentos de los tipos de interés. Los rendimientos de la deuda soberana se dispararían y el resultado sería un colapso total de los mercados de activos y crédito, similar al de 2020.
Al tiempo que aumentan los tipos de interés para frenar la inflación, los bancos centrales tendrán que comprar activos para respaldar la deuda soberana, el crédito y los mercados de activos. El rescate de los mercados financieros puede alcanzar varios billones de dólares, como en 2020, lo que inyectaría enormes cantidades de dinero, especialmente dólares estadounidenses, en la economía mundial. Naturalmente, eso aumentaría la presión inflacionaria.
La OPEP también podría dejar de utilizar el dólar en el comercio de petróleo por completo. Eso significaría que la demanda de dólares colapsaría repentinamente y los dólares excedentes, utilizados anteriormente para comprar petróleo, regresarían a su origen, creando un aumento sin precedentes de la oferta monetaria.
La perspectiva es de una hiperinflación con una profunda recesión, altos tipos de interés y crisis bancaria. El caos sería apocalíptico.