En un artículo anterior ya informamos de la carrera de las multinacionales por apoderarse de las cartillas de vacunación y de una organización llamada Commons Project, que tiene vínculos con los CDC y con operaciones encubiertas de espionaje en todo el mundo (1).
Uno de los fundadores de dicha organización es el doctor Bradley A. Perkins, que aparece en la foto de portada. Perkins dirigió la investigación de los CDC sobre los ataques con ántrax de 2001 como jefe de la unidad de patógenos especiales. Era uno de los principales expertos de los CDC en guerra biológica.
Después Perkins fue nombrado subdirector de la Oficina de Estrategia e Innovación de los CDC, y acabó dirigiendo la división, que tiene un presupuesto de 11.200 millones de dólares y más de 50 sucursales en todo el mundo. Perkins había ascendido en el escalafón tras supervisar en 1989 un equipo del Servicio de Inteligencia de Epidemias (EIS) de los CDC, una unidad especial creada originalmente para “atrapar a los comunistas si empezaban a propagar la peste en la península de Corea”.
Perkins era jefe de la unidad de bioterrorismo de los CDC cuando fue elegido, junto con cinco de sus colegas, para dirigir la investigación sobre el ántrax.
En ese momento estaba en la cima de su carrera, trabajando estrechamente con la entonces directora de los CDC, Julie Gerberding, con un presupuesto de 2.000 millones de dólares para responder al brote de gripe aviar H5N1.
Siempre fue uno de los personajes más influyentes en los planes de prevención de enfermedades de Estados Unidos. Luego le nombraron director médico de Human Longevity, una empresa de secuenciación de ADN fundada por Craig Venter, el primer científico que secuenció el genoma humano.
En 2017, justo antes de que dejara de ser director médico de Human Longevity, hizo una presentación bastante esclarecedora en una conferencia del Instituto Aspen, celebrada en la Universidad de Nueva York (2). La genómica era el próximo desafío de la medicina.
Como tantos otros, Perkins cree, además, que la genómica está estrechamente vinculada a la informática y a las bases de datos alojadas “en la nube”, así como a la inteligencia artificial. La automatización de la genómica está abaratando el coste de la secuenciación de los genomas. Por ejemplo, la plataforma bioinformática de Human Longevity está almacenada en los servidores en la nube de Amazon.
Naturalmente que la clave estuvo cuando Perkins habló de otro salto: el de una “asistencia sanitaria basada en el volumen a otra basada en el valor”. La genómica “dará lugar a avances significativos en los seguros de vida y de salud [así como] a avances significativos en la prestación de la asistencia sanitaria al alimentar una nueva generación de modelos de asistencia sanitaria y de salud”.
“Lo que estamos a punto de emprender”, dijo Perkins, consiste en “hackear el software de la vida”, la vieja utopía de la biología convertido en negocio. “Por primera vez, intentar comprender todas las instrucciones que nos construyen, nos hacen funcionar y nos reproducen como humanos”. En esta empresa hay unos más incautos que otros. Por ejemplo, el pionero de la genómica, Venter, “se sentó delante de un ordenador con la idea de que podía diseñar realmente un genoma, una secuencia de letras de ADN; producir ese genoma artificialmente; insertarlo en una membrana y empezar la vida desde cero”.
No hay palabras para calificar este tipo de imbecilidades que llevan 10 años proliferando y son propias de las seudociencias más ridículas y de los negocios más peligrosos, porque están tratando de rentabilizar sus tonteorías, en las que llevan mucho dinero invertido. Lo que quieren imponer es una “profunda alteración de nuestro formato actual para la práctica de la medicina”.
El punto de llegada de este cúmulo de imbecilidades de los expertos, como Venter y Perkins, es la transformación de la medicina en una sección de la informática: “La medicina pasará de ser una ciencia clínica apoyada en los datos a una ciencia de los datos apoyada por los clínicos”, dijo Perkins.
Igual que otras, esta maquinación se apoya en el negocio y la especulación bursátil. Los fondos buitre ya son uno de los mayores inversores en las empresas de biotecnología y transgénicos, y aguardan a que sus inversiones empiecen a llevarles retornos a los bolsillos. No sólo medicina es ya capitalismo a gran escala, sino también la agricultura, la ganadería y la alimentación. Es “probablemente la mayor empresa a gran escala jamás emprendida” de “traducir el lenguaje de la biología al lenguaje de la salud y la enfermedad en forma de código lineal de ADN”, dijo Perkins en su conferencia.
Las bases de datos médicas son las nuevas minas de oro. “El genoma aislado no es muy útil”, añadió Perkins. La genómica consiste esencialmente en “construir historias clínicas integradas” para poder correlacionar “datos clínicos de alta calidad” con la secuencia completa del genoma. “Estamos creando una gran base de datos”, admitió Perkins. Por eso es necesario acabar con el derecho al secreto profesional de los enfermos e imponer las cartillas biométricas.
comentarios
Los comentarios están desactivados.