“Por supuesto que habrá quiebras […] pero ¿no teníamos demasiados cafés y restaurantes en Bélgica?”, ha dicho el director general del banco y la compañía de seguros belga Belfius, Marc Raisière, en una entrevista concedida al semanario Trends-Tendances sobre las consecuencias económicas de la pandemia.
Las palabras del director general de Belfius, una importante banco y compañía de seguros belga, antes llamado Dexia, han levantado el polvo debajo del felpudo. “Soy consciente de que hablo muy francamente, pero de vez en cuando las economías necesitan una ola de consolidación”, añadió.
Como no todos los negocios de hostelería son rentables sin recurrir a la economía sumergida, admite el banquero, lo mejor es que se hundan. El “libre mercado” funciona de esa manera: un bar se puede hundir, pero un banco no. Por eso Raisière no recuerda que su banco fue rescatado con dinero público. Lo mejor es que lo hubieran dejado hundirse hasta el fondo.
Cuatro días después el bocazas tuvo que pedir sus más sinceras disculpas: “Mi intención nunca fue estigmatizar a este sector por el que siento un gran respeto, ni herir a nadie”.
El Viceprimer Ministro Pierre-Yves Dermagne, del Partido Socialista, salió al quite: “Un jefe no debería decir eso, y mucho menos un jefe de un gran banco público. Detrás de las cifras y porcentajes, hay trabajos, familias y vidas que merecen respeto y apoyo, sobre todo en estos tiempos tan difíciles para la industria de la hostelería y la restauración”.
El diputado del Partido Laborista Belga, Marco Van Hees, exigió una audiencia de Raisière en el Comité de Finanzas de la Camara Baja.
El antiguo ministro y diputado Denis Ducarme, del Movimiento Reformador, recordó que fueron los contribuyentes los que salvaron al banco Belfius y que siguen pagando los gastos del rescate.