‘La venganza debe ser equivalente a la matanza’ (el plan para asesinar a seis millones de alemanes)

Tras la Segunda Guerra Mundial, la OTAN impulsó el terrorismo en Europa a través de las redes Gladio. Pero ninguno de los planes criminales de Gladio llegó a la altura de Nakam, un grupo creado después de la guerra por el lituano Abba Kovner, un sionista superviviente del gueto de Vilna. En la foto de portada aparece junto a su compañera Vitka Kempner.

La palabra Nakam deriva de Nokmim, que significa “venganza” en hebreo. El colectivo, integrado por unos 50 miembros, principalmente jóvenes de Europa oriental, nació en la primavera de 1945 en Bucarest, donde Kovner y otros sionistas decidieron buscar venganza ante la decepción por los juicios de la posguerra contra los criminales de guerra nazis.

Los sionistas querían organizar su propio “holocausto”. Ojo por ojo y diente por diente. La venganza sionista debía ser equivalente a la matanza. Si los alemanes habían matado a seis millones de judíos, había que matar a seis millones de alemanes, aunque no hubieran sido nazis. El castigo debía ser colectivo e indiscriminado.

El “Plan A“ de Kovner pretendía envenenar el suministro de agua de las principales ciudades alemanas: Munich, Berlín, Weimar, Nuremberg y Hamburgo. Los comandos planeaban infiltrarse en las plantas de tratamiento de agua e introducir contaminantes letales sin previo aviso, asegurando así un impacto masivo en la población alemana.

Kovner recibió la aprobación para la operación de Chaim Weizmann, dirigente sionista, bioquímico y futuro primer presidente de Israel. Logró obtener el veneno de Ephraim Katzir, otro químico y también futuro presidente israelí.

El plan fracasó en 1946 cuando Kovner fue detenido en alta mar mientras se dirigía a Europa, después de arrojar por la borda 1,5 kilos de trióxido de arsénico. Le encarcelaron en El Cairo.

Los terroristas pasaron al “Plan B”: infiltrarse en un campo de prisioneros de guerra alemán cerca de Nuremberg para envenenar el pan con arsénico. Unos diez miembros de Nakam, utilizando identidades falsas como trabajadores de una panadería, se infiltraron en una instalación estadounidense que suministraba pan al Stalag XIII-D, un campo que albergaba entre 12.000 y 15.000 prisioneros de guerra alemanes.

Los terroristas contaminaron unos 3.000 panes mezclándolos con trióxido de arsénico obtenido de fuentes locales, añadiendo el veneno durante la preparación de la masa para asegurar una distribución uniforme. El pan envenenado se distribuyó entre los prisioneros durante varios días. Los informes del ejército de Estados Unidos documentaron alrededor de 200 fallecimientos y hasta 2300 casos de enfermedad entre los receptores, muchos de los cuales se mitigaron gracias a la intervención médica con fluidos intravenosos y antídotos.

Varios de los terroristas de Nakam, incluidos los de la célula de Núremberg, fueron detenidos brevemente por las autoridades aliadas, pero los soltaron sin cargos. El atentado permaneció en secreto hasta su desclasificación en la década de los ochenta del pasado siglo.

Detenido en un campo de internamiento británico en Egipto hasta mediados de 1946, Kovner se enteró del éxito parcial de la operación tras su liberación. Entonces se trasladó a Palestina, donde colaboró con el movimiento Berihah para trasladar a 100.000 colonos judíos de Europa oriental, lo que vulneraba las cuotas de inmigración británicas impuestas por el Libro Blanco de 1939, que restringía la emigración judía.

En 1946 el terrorista se integró en el Yishuv y luego en la Haganah, el grupo que estaba apoyado por los colonialistas británicos en Palestina. Luego llegó a ser capitán del ejército israelí, participando en la guerra contra los países árabes de 1948.

Así es como se forjó un nuevo Estado en Oriente Medio, reclutando sus tropas entre los peores terroristas europeos.

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