Varios Estados miembros de la Unión Europea quieren limitar el precio del gas, independientemente de su origen, es decir, no sólo del gas ruso, como había defendido inicialmente Ursula von der Leyen. Sin embargo, no son capaces de llegar a un acuerdo.
Ante las divergencias, la Presidencia checa de la Unión Europea convocó un consejo extraordinario de ministros de Energía para el viernes. Más allá de la voluntad de limitar los precios del gas, la reunión acabó como una jaula de grillos. No hubo acuerdo sobre el alcance de los topes a los precios del gas.
El miércoles Ursula von der Leyen presentó cinco medidas para frenar los precios de la energía, entre ellas, limitación del precio del gas ruso que llega por gasoducto. Pero los ministros han pedido que se analice un tope para el resto del gas importado por la Unión Europea.
Es el caso de Croacia, que durante la sesión se mostró partidaria de “limitar el precio del gas, independientemente de su origen”. Una posición que también defiende Polonia.
El límite del precio del gas es una cuestión de mercado y complicada. La limitación del precio de las importaciones de gas licuado podría constituir un riesgo para la seguridad del suministro de la Unión Europea, porque el gas licuado es un mercado mundial donde la competencia es cada vez más feroz. Por lo tanto, es difícil estar en una posición fuerte para negociar.
Francia aboga por una ampliación del régimen que gozan actualmente España y Portugal. La ampliación de este mecanismo también cuenta con el apoyo de Suecia, mientras que Italia y Austria se han mostrado a favor de desvincular los precios del gas de los de la electricidad.
Además de la creación de un tope, la compra colectiva de gas en toda Europa, siguiendo el modelo de la compra de vacunas, permitiría negociar precios más bajos. Esta opción también ha sido ampliamente impulsada por los ministros de energía de la Unión Europea. Sin embargo, por el momento no se ha realizado ninguna compra conjunta de gas.