La movilización de miles de colonos marroquíes enardecidos por el discurso de su rey Hassan II, precedidos por un despliegue militar con claras instrucciones, fue una maniobra acordada de antemano, meditada con tiempo y maquinada para lograr el objetivo sin estorbos. Esa estampa, que fue grabada, fotografiada y documentada desde una barrera segura por los medios españoles, franceses y marroquíes, es lo que ha permanecido en la memoria de gran parte de la sociedad española sobre los acontecimientos ocurridos hace tan solo 40 años. Eso es lo que vendió la prensa instalada con sus trípodes frente a los colonos que enarbolaban banderas de su país. Ahí es donde estaba el espectáculo pero no donde se estaba produciendo la invasión militar del Sáhara.
A finales de octubre de 1975, España, Marruecos y Mauritania, con la protección y el amparo de otros países como EE.UU., Francia e Israel, mantienen conversaciones con el fin de que la invasión militar del territorio saharaui se lleve a cabo, a pesar de que días antes, la Corte internacional de Justicia había emitido su dictamen jurídico en el que decretaba que no existían lazos de soberanía alguno para que Marruecos pudiera argumentar que el Sáhara era parte integrante de su territorio, por lo que al pueblo saharaui le pertenecía decidir su futuro mediante la celebración de un referéndum de autodeterminación. Dicho de otra forma: el pueblo saharaui tiene derecho a la autodeterminación.
La invasión se produce a 300 kilómetros del espectáculo de la Marcha Verde. El ejército marroquí aniquila a todo ser vivo y oculta los cadáveres de los saharauis en fosas comunes.
Marruecos se prepara militarmente utilizando arsenal bélico de origen americano y francés, con el apoyo de los petrodólares saudíes. Los oficiales del ejército español sirven de guías sobre el terreno.
En un intento de camuflar esta invasión ante la Comunidad Internacional, deciden comenzar su entrada alejándose un poco del Aaiun circundando el territorio desde Hauza y Chederia, al este de Smara. En ese momento, la cobertura mediática está controlada por la prensa de los tres principales actores: Francia, España y Marruecos. Los medios de estos tres países sólo hablan del desarrollo de una “marcha pacífica”, la Marcha Verde, mientras que a unos 300 kilómetros al este, se está aniquilando a la población saharaui, ejecutados o enterrados vivos en fosas comunes que abren para ocultar los cadáveres. Hasta el ganado es exterminado, envenenan el agua de los pozos, arrasan y destruyen todo lo que encuentran a su paso: tierra quemada. La idea de la “marcha pacífica” se presenta al mundo como una forma de “recuperar el Sáhara” mientras que Marruecos con sus aliados está invadiendo el territorio utilizando tácticas militares de guerra y cometiendo crímenes de lesa humanidad.
Los reclutados para integrar esa marcha eran delincuentes, presos, criminales, y también personas sin recursos recogidos en las calles de las ciudades marroquíes, gente sin nada que perder. Estos fueron los elegidos para formar las columnas de 350.000 colonos invasores que llegarían a todos los rincones del Sáhara y entre los que también se encontraban unidades del ejército marroquí.
Hoy en día, muchos siguen creyendo que Marruecos no entró en el Aaiun, sino que se detuvo en las fronteras heredadas de España cuando la marcha recibió la orden de retroceder. En ese momento del retroceso, ya las unidades acorazadas marroquíes habían entrado al territorio saharaui cubriendo toda la parte este del Sáhara Occidental.
El acuerdo tripartito pretende formalizar algo ilegal y que estaba costando la vida de miles de personas inocentes.
El acuerdo tripartito de Madrid fue firmado pocos días después, (14 de noviembre de 1975), con la presión francesa hacia los mauritanos (Mokhtar Dadah), y con la presión de otros elementos interesados en el reparto. El objetivo fue legalizar la ocupación del Sáhara, una ocupación que ya estaba hecha.
La Asamblea General de las Naciones Unidas rechazó de forma determinante los hechos y presentó una resolución en la que se exigía el respeto a la legalidad internacional y que reconocía el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. Hasta la fecha nadie reconoce la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara como tampoco Marruecos cumple con la legislación internacional ni reconoce las resoluciones de la ONU.
Cada 6 de noviembre, el Rey de Marruecos celebra a lo grande este trágico acontecimiento que supuso el genocidio de la población saharaui, la vulneración de todos sus derechos y el robo de su país, lo que conmemoramos todos los demás el 31 de octubre de cada año, como también se vuelve a poner sobre la mesa la responsabilidad de España, el abandono de la que fuera una más de sus provincias, junto a su población, el inconcluso proceso de descolonización, las resoluciones de la ONU a favor del derecho del pueblo saharaui, la necesidad de hacer cumplir a Marruecos con la legalidad internacional y la imposición de justicia para el pueblo saharaui en su derecho a ser soberano.
Pobreza extrema en los Campamentos de refugiados y violación de los derechos humanos en los Territorios Ocupados.
La población saharaui que logró huir de la invasión y alcanzó atravesar los miles de kilómetros de desierto bajo el bombardeo de la aviación militar marroquí, la que logró sobrevivir al Napalm y al Fósforo Blanco, al hambre y a la sed, a las enfermedades y a las inclemencias del tiempo, se estableció en campamentos de refugiados que hace pocos días fueron dañados por las intensas lluvias que cayeron en la zona. A pesar de que la vida parece imposible en la hammada, ellos han logrado crear de la nada una infraestructura para su supervivencia, y aunque malviven en condiciones de pobreza y malnutrición, su convicción política y el derecho a recuperar su tierra permanece intacto.
En los territorios ocupados, el régimen marroquí ataca con dureza a la resistencia pacífica saharaui. Secuestra a periodistas y defensores de derechos humanos, los somete a torturas y amenazas. El régimen marroquí ataca a los saharauis que se manifiestan o se concentran para reivindicar sus derechos, despliega a todos los cuerpos policiales por las ciudades ocupadas y arma a los colonos contra la población saharaui cercando y aislando sus barrios. Controla y persigue a los activistas, a las organizaciones de derechos humanos saharauis que considera ilegales, prohíbe la entrada de observadores internacionales al territorio, detiene a los saharauis de forma arbitraria, los encarcela y tortura para después someterlos a juicios sumarísimos en los que se dictan largas sentencias de años contra ellos por haber participado en una manifestación pacífica…
Pero la lucha contra la ocupación marroquí y a favor de la independencia crece y se fortalece en el tiempo. Las manifestaciones de la población saharaui han ido en aumento por todo el territorio desde que en el 2005 se produjera la primera intifada, a pesar de la larga lista de presos, desaparecidos y de muertos. La determinación de sus reivindicaciones se consolida y se refuerza generación tras generación, marcando fechas y acontecimientos que son hitos históricos en su lucha, como fueron las protestas y el levantamiento del campamento de Gdeim Izik en 2010, o el reconocimiento internacional de activistas defensores de los DDHH.
Los líderes activistas de la Causa saharaui han aumentado en estos últimos años en los Territorios Ocupados, respaldados por la Comunidad saharaui, tanto en las ciudades del Sáhara ocupado, como desde los Campamentos de Refugiados, como los que, desde el exilio les muestran su apoyo y consideración.