La teoría de la conspiración ‘buena’: Putin ha envenenado a otro de sus opositores

Alexei Navalny

¿Creían Ustedes que sólo había una teoría de la conspiración y una única especie de conspiranoicos? Se vuelven a equivocar porque hay dos, como todo en este mundo: los buenos y los malos. ¿Quiénes son los buenos? Nosotros, claro. ¿Quiénes son los malos? Los que no están de acuerdo con nosotros.

Una teoría de la conspiración “buena” es la que leímos ayer en las cadenas de información del mundo entero: Alexei Navalny, el opositor a Putin, ha sido envenenado por orden del Presidente ruso con un derivado del ya famoso novichok.

¿Cuál es la fuente? Un laboratorio del ejército alemán que le ha examinado. Naturalmente, la fuente que hasta ahora ha dicho lo contrario, que fue una hipoglucemia, miente porque es un hospital ruso.

Apenas hacen falta más pruebas porque, como ha dicho el Washington Post, es un método tradicional con el que Putin elimina a sus adversarios políticos (1), como es el caso de Piotr Verzilov (de los Pussy Riots), Vladimir Kara-Murz y otros que nosotros añadimos por nuestra cuenta: Anna Politovskaia, Alexander Litvinenko, Boris Nemtsov, Serguei Skripal

Seguro que los lectores no han podido evitar escuchar ese tipo de noticias. Tan seguro como que jamás han leído que el dirigente palestino Yasser Arafat fue envenenado con polonio-210, es decir, igual que Litvinenko.

Ahora bien, que Navalny haya sido envenenado por Putin es moneda corriente, pero que Arafat haya sido envenenado por el Mosad es propio sólo de conspiranoicos y por eso los medios nunca han dicho nada al respecto.

En la larga lista de envenenados, El Mundo incluyó a Katerina Yushenko (2), la mujer del Presidente ucraniano de 2005 a 2010 que llamó a “limpiar de suciedad” su país, renunciar a los símbolos “satánicos” del comunismo y mandarlos al “basurero de la historia”. Hasta que los ucranianos no lo hicieran “no podrán recibir el bienestar ni la bendición divina”.

Poco después llegó esa “bendición divina” en forma de Golpe de Estado fascista, pero antes su marido también fue envenenado. Por lo menos eso dijeron los médicos que le trataron en el hospital Rudolfinerhaus de Viena, aunque aquella vez el veneno utilizado fueron dioxinas ingeridas por vía oral.

En 2004 los Yushenko participaban en la campaña electoral que los llevaría a la Presidencia y su enemigo era Viktor Yanukovich, al que sólo barrerían del mapa diez años después con el Golpe de Estado fascista.

Este tipo de batallas no se entablan sólo entre un gobierno y la oposición. A veces todo es mucho más familiar, como en el caso de Navalny: su mujer es hija de Boris Abrosimov, un antiguo jefazo del KGB que ahora ejerce como banquero a cargo de los activos rusos en Londres. Abrosimov es un hombre muy cercano a Alexander Lebedev, antiguo coronel del KGB. En 2008 la revista Forbes lo incluyó entre los oligarcas rusos más poderosos y la 358 persona más rica del mundo. Es propietario de varios periódicos británicos, como “The Independent” o “Evening Standard” y a su hijo le han nombrado recientemente “par” del Reino Unido.

Navalny no es, pues, ningún opositor ruso. Mucho menos los medios le pueden presentar como un campeón de la lucha contra la corrupción en Rusia. Es un peón de la oligarquía, metido hasta las cachas en todos y cada uno de sus tejemanejes. Lo pueden llamar “corrupto” si la palabra no fuera otra cosa que un sinónimo del mismo capitalismo ruso.

En otras palabras: Navalny ha luchado contra la corrupción tanto como Bárcenas.

(1) https://www.washingtonpost.com/world/2020/08/21/why-poison-is-weapon-choice-putins-russia/
(2) https://www.elmundo.es/internacional/2020/08/20/5f3eb3be21efa0543d8b459f.html

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo