Un parásito de la ONU, Volker Türk, acaba de publicar un artículo en Nature, la revista científica por antonomasia, en el que propone “proteger los derechos de la ciencia” para luchar contra el “cambio climático” (*).
El plan es acabar con los debates y eliminar la libertad de cátedra en cuestiones climáticas, algo que ya se llevó a cabo durante la pandemia. La ciencia necesita tanta protección como la salud pública. El calentamiento del planeta no se debería poner en cuestión bajo ninguna circunstancia y los negacionistas deberían ser silenciados y despedidos de las aulas.
Türk no es científico sino el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, lo cual es irónico porque lo que quiere es suprimir la libertad de cátedra, el derecho a la libre expresión científica y, en definitiva, a criticar cualquier programa político o económico, tanto si lo promueve la ONU como el gobierno de Honduras.
Muy mal deben andar las tesis climáticas en el mundo académico para que la ONU se precupe de quienes siembran dudas sobre la “ebullición” y la Agenda 2030.
A falta de buenos argumentos, Türk se ve obligado a forzar el lenguaje para sostener la alarma sobre el clima: no se trata sólo de una crisis sino de un “desastre”. Ha llegado “la era de la ebullición mundial”, asegura, lo que significa que “si no tomamos medidas colosales de inmediato para abordarla”, el clima se convertirá en “una amenaza insuperable para el futuro de la humanidad”.
También carga contra algo bien conocido, como es la corrupcion de los científicos: “Demasiados gobiernos, formuladores de políticas y dirigentes de grandes industrias deliberadamente hacen la vista gorda ante la ciencia y emplean a ‘expertos’ sesgados para sembrar dudas y socavar los hechos científicos”, escribe este farsante.
Hay que acabar con la ciencía “mala” para situar a la “buena” en su lugar, y no hay nadie mejor que mequetrefes como Türk y otros parásitos de la ONU para diferenciar a una de otra.
Los tópicos no se acaban ahí. A Türk se le llena la boca con palabras mágicas, como “crítica”, “debate”, “desinformación” o “progreso científico” con lo cual trata de que las publicaciones científicas controlen los artículos que difunden de una manera más estricta. Las buenas recetas climáticas, escribe Türk, son políticamente correctas porque benefician a las mujeres, los niños, los indígenas, los negros, los discapacitados y los pobres. No podemos negarnos a reconocer el cambio climático porque interesa a los explotados, los pobres y los humillados de la tierra.
Tal y como la entiende Türk, la crítica no es una polémica entre las diferentes corrientes científicas, sino la excomunión de quienes se oponen a las tesis oficiales del calentamiento, como ya se hizo durante la pandemia con médicos y profesores universitarios. No es casualidad que Türk se refiera indistintamente tanto a las políticas de salud pública como a las ambientales.
El plan es sustituir la libertad científica por las subvenciones científicas, que es el modelo de los parástos profesionales como Türk. Mientras unos investigadores son censurados, otros deben ser financiados, propone, porque eso no entra dentro del capítulo de corrupción científica. Aquí no hay conflicto de intereses. “Los gobiernos deberían financiar la investigación sobre el cambio climático al nivel que merece una amenaza verdaderamente existencial”, dice.
Las revistas como Nature forman parte de ese sistema seudocientífico de corrupción. Hace un par de meses el climatólogo Patrick T. Brown confesó que había falsificado los resultados de un estudio sobre los incendios forestales al omitir factores importantes. Si su texto hubiera sido más flojo, los redactores de Nature habrían rechazado su publicación (2). Hay que cargar las tintas para que ciertos estudios climáticos lleguen a las revistas.
Así está ciencia hoy día. Los editores de las revistas seudocientíficas han dejado muy claro, tanto en lo que publican como en lo que rechazan, que quieren artículos sobre el clima que respalden las hipótesis canónicas establecidas de antemano, y si exageran un poco, la posibilidad de publicar aumenta aún más.
(1) https://www.nature.com/articles/d41586-023-03332-8
(2) https://www.thefp.com/p/i-overhyped-climate-change-to-get-published
https://www.xataka.com/ecologia-y-naturaleza/mas-de-15-000-cientificos-de-mas-de-184-paises-lanzan-una-advertencia-a-la-humanidad-el-futuro-esta-en-riesgo
Lo que está en peligro es el sentido común!!! Cuando todos los gobernantes y jerifaltes del mundo van en una dirección, algo sospechoso hay en ello. No se toleran las.voces disidentes sin que se les insulte, otra tomadura de pelo más.
El mundo seguirá funcionando como hasta ahora con total normalidad le pese a quien le pese.
En esto consiste el Nuevo Orden Mundial. En aplicar la dictadura informativa en su maxima expresion desacreditando, censurando y anulando las voces disidentes, y las pruebas que apuntan en otra direccion.
UN PROCEDER MUY CIENTIFICO.