Ayer el gobierno libio con sede en Trípoli confirmó las informaciones del diario francés Le Monde sobre la existencia de un operativo secreto de comandos franceses en suelo libio.
Según la nota oficial del primer ministro, Khalifa Ghweil, los franceses dirigen los combates en Bengasi desde una base militar situada en Benina. Aunque operan con uniformes franceses, se trata de fuerzas de élite pertenecientes a la Dirección General de Seguridad Exterior.
En 2011 la excusa fue Gadafi y ahora es el Califato Islámico, que lo mismo sirve para un roto que para un descosido.
La intervención militar impedirá las actuales negociaciones para llegar a un acuerdo entre las distintas facciones que luchan en Libia y aumentará el caos en el que los imperialistas han sumido al país desde hace cinco años.
También se esperan nuevas oleadas de refugiados tras los intensos bombardeos de estos días, así como la expansión de los miembros Califato Islámico a los países vecinos.
En junio de 2014 se celebraron elecciones parlamentarias en medio de la guerra. La mayoría se posicionó a favor del general Jalifa Haftar y las brigadas de Zintan asociadas a él.
Sin embargo, los diputados anteriores, elegidos dos años antes islamistas en su mayoría, se autoproclamaron como el gobierno legítimo, el Congreso General de la Nación, al tiempo que se posicionaron a favor de las milicias islamistas de Misurata.
Las guerra alcanzó dimensiones internacionales cuando los Emiratos Árabes Unidos decidieron bombardear las posiciones islamistas de Trípoli, mientras Qatar eligió armar al bando contrario.