El colapso de la dinastía despótica de los zares, que reinaba sobre un país inmenso, empobrecido, hambriento y gestionado según un modelo medieval de siervos y señores feudales, cruzó la Tierra como un terremoto y trajo, con el triunfo sobre el absolutismo, la extensión del socialismo como esperanza para los desheredados del mundo. La Biblioteca Británica se suma ahora a las conmemoraciones con la exposición “Russian Revolution: Hope, Tragedy, Myths” (La Revolución Rusa: esperanza, tragedia, mitos).
Definida por la institución —tras la del Congreso de Estados Unidos, la segunda biblioteca del mundo en tamaño, con 150 millones de objetos a los que se añaden seis millones más cada año— como la “exposición definitiva” sobre la revolución triunfal de los soviets, la muestra abarca un arco temporal que va del reinado del último zar, Nicolás II, hasta la muerte, en 1924, del dirigente bolchevique, Lenin.
En cartel hasta el 29 de agosto, la muestra promete a los visitantes la posibilidad de convertirse en testigos de un mundo interrumpido, conmocionado y cambiado para siempre” mediante el análisis y la contemplación de material gráfico, fotos, cine, grabaciones sonoras, publicaciones y propaganda, así como artículos raramente vistos.
Destacan una primera edición del Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels y editado por primera vez precisamente en Londres en 1848, hasta una orden policial de Scotland Yard de 1922 prohibiendo a la biblioteca el préstamo o consulta de propaganda revolucionaria, que el gobierno británico consideraba “incendiario y demasiado peligroso” para la estabilidad política del país. También se exhibe material antibolchevique, muy poco difundido.
Los organizadores desean ofrecer la oportunidad de “entender las historias personales menos conocidas detrás de los eventos que cambiaron el mundo”, uniendo lo político con lo personal, resaltando el elenco de los grandes protagonistas de la Revolución y a la “gente común que vivió aquellos tiempos extraordinarios”.
La exposición contará la historia a través de carteles, cartas, fotografías, pancartas, armas, grabaciones y películas. El material es tan variado que va desde desde un álbum de souvenirs de lujo de la coronación del zar hasta la propaganda pintada a mano por los obreros de las fábricas.
Destacan también prendas de los uniformes del Ejército Rojo y una solicitud escrita de puño y letra por Lenin en abril de 1902 solicitando ser lector de la biblioteca del Museo Británico. Aparece firmada con el seudónimo Jacob Richter, que usaba para evadir la persecución ser lector de la biblioteca del Museo Británico. Aparece firmada con el seudónimo Jacob Richter, que usaba para evadir la persecución internacional de la policía zarista.
“Es imposible entender el mundo de hoy sin una comprensión de la Revolución Rusa”, dice la coordinadora de la muestra, Katya Rogatchevskaia. “Además de dar una visión general de acontecimientos trascendentales, desde los últimos días del Imperio Ruso y la caída del último zar, Nicolás II, hasta el surgimiento del primer estado socialista bajo la dirección de Lenin, también nos centraremos en las vidas de la gente común utilizando cartas, diarios y fotografías”.