La embajadora de Rojava en Washington |
Posiblemente haciendo gala de ingenuidad, la embajadora Mohamed supone que en las altas esferas de Washington alguien tiene moral y, además, que esa moral que guía sus pasos le conducirá a apoyar al PKK/PYD/YPG y no a un país socio en la OTAN, como es Turquía.
Hablemos más bien de inmoralidad, porque en Washington siguen calificando al PKK como “terrorista”, una condición que alcanza a sus sucursales en Rojava, como el PYD e YPG, para desesperación de Turquía, cuyo planteamiento es de una lógica impecable. Ellos siguen haciendo lo que mejor saben: luchar contra el terrorismo.
Lo otro, lo de Estados Unidos, es lo inmoral: apoyar a los terroristas.
Por eso la embajadora tiene que hacer equilibrios ante los micrófonos: asegura que desde Afrin los kurdos “no han disparado una sola bala” en dirección de Turquía, lo cual no es cierto: ayer mismo por la tarde las FDS destruyeron un tanque turco.
Por lo demás, su retórica es la misma que la de Washington: el PKK -afirma- es un problema interno de Turquía. Para ello hay que vestirse con un doble traje de camuflaje:
a) detrás de las FDS se esconde PYD/YPG
b) detrás de PYD/YPG se esconde el PKK
Como las falsedades no bastan, a la retórica hay que ponerle también el adorno de la democracia, de la que carecen otros: “Para nosotros, Estados Unidos tiene la obligación moral de proteger la democracia y el sistema democrático en esta región”, añadió.
“Esta región” es Rojava, una paradisíaca isla de democracia en un océano regional donde no se respetan los derechos humanos, las libertades y demás.
Como soñaba Proudhon, hay tanta democracia en Rojava que han hecho desaparecer al Estado por arte de magia. Ni siquiera celebran elecciones porque todo es asambleario y autogestionario. Yo me lo guiso y yo me lo como, dijo Juan Palomo.
Ni entraremos a aclarar que lo que ha invadido Turquía desde 2011 (no ahora) no es Afrin, ni Rojava, sino Siria.