La resistencia del gobierno de Siria ha descubierto el baile de máscaras

El desertor Riad Hijab
Juan Manuel Olarieta

Cuando tras la desestabilización en Siria se formalizan los bandos, se inicia un goteo continuo de deserciones de políticos, funcionarios, diplomáticos y militares que cambian de bando y se unen a los que ya estaban exiliados desde tiempo atrás. Si el gobierno sirio era una dictadura sanguinaria, los desertores no eran precisamente ajenos a ella sino oportunistas que cambiaron de chaqueta cuando la cosa se puso fea.

Entre los desertores hay dos a mencionar específicamente. Uno es el general Manaf Tlass, que desertó en julio de 2012 junto con otros 23 oficiales del ejército regular. Pocos meses después en unas declaraciones a la prensa pidió que “la comunidad internacional” entregara armas a la oposición y reconoció que quien le había sacado del país habían sido los servicios secretos franceses (1).

Otro caso singular ocurrió al mes siguiente (6 de agosto), cuando desertó el Primer Ministro Riad Hijab dos meses después de su nombramiento, uniéndose a la oposición en Qatar a cambio de dinero: 10 millones de dólares y un sueldo mensual de 20.000 dólares para él, así como indemnizaciones para 34 miembros de su familia, que fueron pagados por Qatar.

Los desertores no eran sólo oportunistas que cambiaron de chaqueta sino mercenarios a sueldo de países extranjeros, traidores de la peor especie, gentuza sin principios ni moral de ninguna especie.

A comienzos de este año vimos a Hijab ejerciendo como portavoz de la oposición en las conversaciones de paz de Ginebra por cuenta de sus amos del Golfo.

Con los militares que desertan, los imperialistas y los países del Golfo y Turquía crean, financian y adiestran al llamado “ejército libre de Siria” demostrando que, desde el primero momento, la oposición no tenía ninguna pretensión pacífica.

La prensa imperialista presentó un relato unilateral de los hechos en el que faltaban muchos muertos, justamente aquellos que cayeron en el bando del gobierno. Al contar sólo los muertos de un bando, la prensa imperialista transmitió la imagen de una actuación desproporcionada, una fuerza organizada (policía, ejército) que disparaba indiscriminadamente contra una multitud desarmada.

Los atentados terroristas desempeñaron un papel fundamental en la desestabilización. Se trataba de acciones como las siguientes:

– los incendios de sedes oficiales, edificios públicos y del partido Baas
– el asesinato a tiros el 23 de marzo de 2011 de dos soldados en Deraa, los primeros de un total de 88 militares que murieron asesinados sólo en el primer mes de la desestabilización
– el asesinato de 10 militares el 11 de abril en la carretera de Banias
– el 6 de junio grupos armados mataron a 120 soldados y policías en Jisr Al-Chughur
– el 16 de noviembre el “ejército libre de Siria” atacó las instalaciones de los servicios de inteligencia
– el 23 de diciembre se produjeron dos atentados con coche bomba contra edificios de la policía de Damasco que mataron al menos a 40 personas
– el 6 de enero de 2012 murieron 26 personas en Damasco en un atentado suicida

En el primer año del levantamiento, las fuerzas gubernamentales sirias padecieron más de la mitad de las 5.000 bajas que se produjeron en Siria. Pero los portavoces del imperialismo sólo hablaban de la otra mitad, como si no hubiera más.

El corresponsal del diario alemán Bild, Jurgen Todenhofer, acusó a los terroristas de “matar deliberadamente a los civiles para luego presentarlos como víctimas del gobierno”. Describió la “masacre como una estrategia de márketing”, como uno “de los hechos más desagradables que jamás me he encontrando en un conflicto armado”.

Al mismo tiempo que Al-Qaeda cometía toda clase de atentados en Siria, las ONG (Amnistía Internacional, Human Rights Watch, Médicos Sin Fronteras) desviaban la atención de las miradas, acusando al gobierno de Bashar Al-Assad de cometer crímenes contra la humanidad.

Los atentados terroristas acabaron poniéndose en un primer plano frente a las protestas. A partir de entonces cambió el lenguaje, incluso el de la ONU: ya no hablaban de “represión” sino de “combates”. Al principio de la guerra sólo había un protagonista; ahora hay dos; antes los reproches se dirigían a una parte exclusivamente, al gobierno, y ahora a ambas.

La demagogia mediática cambia y deja de tomar partido. Antes era favorable a la oposición; ahora empieza a aparecer el típico “ni unos ni otros”.

También empieza el carrusel de treguas y altos el fuego. El 21 de marzo de 2012 de Consejo de Seguridad de la ONU envía a Kofi Annan de mediador con el primero de muchos planes de paz, en donde la palabra “paz” significa en realidad “golpe de Estado” y destitución de Al-Assad.

Nunca, ni en las guerras más veteranas, como las de las FARC en Colombia o los naxaliltas en India, se han visto tales tipos de actuaciones vergonzosas por parte de la ONU para ocultar una agresión internacional concertada contra un país. El lema de los imperialistas, repetido hasta el hartazgo una y otra vez, es que no se debía negociar con los terroristas… salvo en Siria.

La guerra empezó como un baile de máscaras y, en cinco años, las caretas se fueron viniendo abajo. Fue un destape progresivo, tanto del imperialismo como de la ONU. En la primera fase, los primeros no querían aparecer para nada; era una guerra civil, un asunto puramente interno. A partir de la creación del CNS empiezan a asomar la cabeza, pero dicen que sólo apoyan a la oposición “pacífica”, luego llamada “moderada”. Después tuvieron que reconocer que también envíaban armas, que entrenan a fuerzas militares, pero sólo a la oposición “moderada”, no a los yihadistas…

Aún era una guerra entre intermediarios en la que los imperialistas tiran la piedra y esconden la mano.

Ha sido una farsa detrás de otra. Nunca hubo ningún movimiento pacífico, nunca hubo una oposición “moderada” o no yihadista. Desde el primer momento el fundador y máximo dirigente del “ejército libre de Siria”, el coronel Riyad Al-Assad, declaró a Al-Qaeda como “nuestros hermanos en el islam”(2).

En setiembre de 2014 otro comandante del mismo “ejército”, Bassel Idris, reconoció públicamente: “Colaboramos con el Califato Islámico y el Frente Al-Nosra” porque “hemos llegado a un punto en el que debemos colaborar con cualquiera contra la iniquidad y la injusticia”(3).

A pesar del carácter yihadista del “ejército libre de Siria”, la guerra nunca ha tenido un carácter confesional; nunca ha sido un enfrentamiento entre los alevitas y los sunitas porque sólo una de las partes tiene ese carácter, mientras todos los demás credos religiosos -absolutamente todos- apoyan al gobierno.

El “ejército libre de Siria” nunca existió como tal. Siempre fueron unas siglas vacías de contenido bajo las cuales se cobijaron 70 grupos yihadistas diferentes cuya colaboración depende del territorio que ocupen.

El referido “ejército” es otro grupo mercenario, creado, armado y financiado por los imperialistas, los países del Golfo y Turquía desde el primer momento. Sin embargo, a pesar de los apoyos, nunca lograron convertirse en los protagonistas que estaban destinados a ser, por lo que las primeras portadas fueron ocupadas por otros, fundamentalmente por Al-Qaeda, cuya sucursal, el Frente Al-Nosra, aparece en internet en enero de 2012 bajo la dirección de Suleiman Jaled Derwich (Abu Mohammad Al-Jolani), un sirio que regresaba de la guerra de Afganistán.

Entonces Al-Nosra era mucho más parecida a una organización terrorista que al ejército en el que se ha convertido ahora. Tras su aparición se produjeron los siguientes atentados terroristas:

– el 10 febrero de 2012 dos atentados con coche bomba reivindicados por el Frente Al-Nosra en Alepo causan centenares de muertos y heridos
– el 17 de marzo dos coches bomba matan a 27 personas y hieren a otras 140 en Damasco delante de la dirección de la policía criminal y un centre de inteligencia
– el 27 de abril de 2012 un atentado suicida en el centro de Damasco mata a 11 y hiere a decenas de personas
– el 10 de mayo de 2012 un doble atentado con coche bomba en Damasco causa más de 60 muertos y unos 400 heridos
– el 17 de julio el ministro sirio de Defensa, cuñado de Bashar Al-Assad, y un general de jefe de la célula de crisis, son asesinados en un atentado en pleno centro de Damasco reivindicado por el “ejército libre de Siria”. Dos días después muere a consecuencia de las heridas el jefe de seguridad, Hicham Ijtiar
– el 3 de octubre de 2012 más de 50 personas mueren en Alepo en un triple atentado reivindicado por el Frente Al-Nosra

Notas:

(1)http://www.romandie.com/news/_Manaf_Tlass_affirme_avoir_ete_exfiltre_par_les_services_francais95100920121955.asp
(2) www.longwarjournal.org/archives/2013/03/free_syrian_army_com.php
(3) http://www.middleeasteye.net/columns/endless-enemies-how-us-supporting-islamic-state-fighting-it-1621962798

Bashar Al-Assad con su antiguo amigo Manaf Tlass

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies

Descubre más desde mpr21

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo